Algo sobre Fulcanelli

Cada cierto tiempo aparece una teoría nueva, a cual más peregrina, sobre la presunta “auténtica identidad” del alquimista Fulcanelli, autor de dos obras emblemáticas en la alquimia del siglo XX tituladas Le Mystère des cathédrales (1926 = LMC) y Les Demeures philosophales (1930 = LDP). Para mí, que ya voy teniendo cierta edad, es muy divertido apreciar los variopintos velos en los que tratan de envolver este seudónimo año tras año. El misterio se ha alimentado de la credulidad, que sigue pululando con soltura entre los esoteristas, aficionados a los misterios y devotos consagrados al sacramento alquímico. No hay mejor audiencia para un cuentero que aquella predispuesta a creer, creer y creer.

Yo, como siempre, escribo aquí sólo para los interesados en una aproximación crítica. La realidad y la historia suelen ser en alquimia mucho más bonitas, interesantes y aleccionadoras que cualquier invención.

Voy a señalar algunos elementos para entender la identidad fulcanelliana, que no es ningún secreto y corresponde al ilustrador Jean-Julien Champagne (1877-1932). Muchos datos se deben a la excelente página archerjulienchampagne.com, donde llevan más de una década aportando informaciones originales sobre este peculiar personaje, tan curioso y fascinante en muchos aspectos, como maltratado y subestimado intelectualmente por sus herederos doctrinales.

Autorretrato de Julien Champagne a la edad de 25 años

En toda esta explicación es importante contextualizar históricamente a Fulcanelli y entender de dónde viene su fama. Así comprenderemos también las especulaciones y las manipulaciones a las que ha sido sometido su nombre a lo largo de varias décadas. También los motivos y la conyuntura que lo han permitido y fomentado. Vamos a seguir un orden cronológico para dar sentido al conjunto y que el lector entienda todo este asunto de una forma sencilla.

1. UN SEUDÓNIMO ANTIGUO:

Fulcanelli es un seudónimo que encontramos por primera vez en la documentación privada de Jeanne-Emilie Baheux de Puysieux (1829-1914), esposa del escultor Auguste Bartholdi (1834-1904). El matrimonio era amigo íntimo de la familia Lesseps.

Nota de Jeanne-Emilie Baheux de Puysieux sobre Fulcanelli (ca. 1910-1912)

En una nota privada escrita en español, fechable hacia (1910-1912) y que reproducimos aquí, comenta que los hijos del ingeniero y diplomático Ferdinand de Lesseps, fallecido en 1894, estaban dilapidando la fortuna familiar: “…abusando de iniciaciones ocultas que su padre y su abuelo [Mathieu de Lesseps] les enseñaron; con su amigo el pintor Champagne y otros complices. Organizan ceremonias esotéricas con gente profana bajo el seudónimo de fulcanelli. Debo advertir de ello a Camille [s.e. Camille Erlanger] para que haga entrar en razón a Bertrand [de Lesseps]…”.

Vemos claramente el seudónimo relacionado con Jean-Julien Champagne, en compañía de Bertrand de Lesseps (1875-1918). Sabemos por documentación disponible que los otros hermanos implicados eran Paul (1880-1955) y Jacques (1883-1927). Las dispendiosas “ceremonias esotéricas” consistían en el montaje y mantenimiento de un potente laboratorio alquímico, así como el desarrollo de numerosos experimentos. Testimonios posteriores indican que desde 1907 los Lesseps, y fundamentalmente Bertrand, financiaron las actividades alquímicas de Champagne en un local instalado en la rue Vernie, donde el pintor trabajó en varias etapas junto al técnico Henri Steineur[1]. Podemos hacernos una idea de los gastos gracias a una fotografía de este lugar, con Julien en el centro, donde se ha colocado estratégicamente todo el instrumental para hacer gala de los amplios recursos disponibles.

Laboratorio de Julien Champagne financiado por los Lesseps

La imagen se puede datar en torno a 1915 y va dedicada “À Pierre Dujols, hommage d’un jeune disciple. J. Champagne”. Hablaremos más delante de este hombre.

Otra fotografía de un joven Julien en el laboratorio de los Lesseps

Durante 15 años Champagne colaboró con los Lesseps en otros proyectos, haciendo funciones de diseñador e ingeniero autodidacta, también asistido por Steineur. Así, se conserva una carta de recomendación del puño y letra de Bertrand de Lesseps, fechada en 1917, donde define a Julien como “ingeniero y sabio francés”.

Recomendación de Bertrand de Lesseps para Julien Champagne

Sin embargo, el final de la Primera Guerra Mundial dejó muy tocada a esta familia y a partir de 1920 los problemas financieros se volvieron críticos. Bertrand ya había fallecido dos años antes, y tanto Jacques como Paul tuvieron que buscar un trabajo estable aprovechando sus conocimientos de aviación. No había tiempo ni dinero para más “ceremonias esotéricas”[2].

2. NOTAS PERSONALES:

La librería parisene L’Intersigne puso hace años a la venta un ejemplar de La Clef de la Genèse de Stanislas de Guaita, ampliamente anotado por Julien Champagne. La descripción de su catálogo reza así:

Exemplaire annoté par l‘alchimiste Fulcanelli GUAITA (Stanislas de). Essais de Sciences maudites: – II Le serpent de la Genèse, seconde septaine (livre II), La Clef de la magie noire. P., Durville, 1920, in 8°, de 847pp., nbr. illustr. h.t. la plupart par O. Wirth, demi-basane marron très frottée, coupes usées. Exemplaire entièrement annoté par l’alchimiste Fulcanelli au chapitre «magie des transmutations», avec de très nombreuses observations techniques sur la pratique du Grand Oeuvre. L’exemplaire provient de la bibliothèque de Jules Boucher, dont il porte en 2 endroits l’ex-libris dessiné par J.J. Champagne, ainsi qu’une mention en tête de la main de J. Boucher “notes autographes … par Fulcanelli”, et une autre note sur un bristol de la main de Gaston Sauvage “Exemplaire provenant de la bibliothèque de J.B., ami et collaborateur de Fulcanelli”.

He aquí dos de las notas a modo de ejemplo:

“Erreur! L’alcaest n’est pas l’Azoth. Il y a entre eux la différence du mercure vulgaire au mercure philosophique. Il suffit de cuire l’azoth pour obtenir la pierre, tandis que l’alcaest est seulement le premier dissolvant. Par l’action de l’alcaest sur le métal on obtient l’humide radical qui fournira ensuite l’azoth. Fulcanelli”.

“L’auteur n’a pas pénétré le grand secret de la coction. Ce n’est pas ainsi qu’elle s’opère et au surplus, l’artiste ne voit jamais les couleurs décrites. Personne n’a jamais révélé cette connaissance et peu de philosophes l’ont sue. Une seule couleur apparaît: le noir. Les autres n’existent qu’à l’état de symboles et non d’apparences physiques. Fulcanelli”.

Todas ellas han sido reunidas en esta página, y siguen el estilo y lenguaje de los libros de Fulcanelli.

http://hermetism.free.fr/Fulcanelli_et_Stanislas_de_Guaita.htm

El documento es muy valioso, porque se trata de textos sin ninguna intención comercial o publicitaria. Champagne comenta, aprueba o rectifica a Guaita con su propio nombre de alquimista en un ámbito totalmente privado.

Además, es importante apreciar que el libro perteneció a dos hombres vinculados a Julien durante la redacción de sus dos obras, que ratifican en sendas anotaciones su autoría. Uno es Jules Boucher (1902-1955), quien heredó parte de sus libros y se declaraba discípulo suyo. Hace aquí un apunte personal explicando que las glosas son “notes autographes par Fulcanelli”. El otro es Gaston Sauvage (1897-1968), un amigo personal de Champagne y originario de la misma zona de Abbeville (Archives de la Somme, Recensement 1906, p. 211.). Era químico en la société Rhone Poulenc y medió para colocar allí a algún familiar de Julien, así como a Eugène Canseliet de contable. Este hombre terminaría desapareciendo del panorama alquímico parisiense durante los años 30, guíado por la tendencia antimasónica y hostil a las sociedades esotéricas que fue germinando en personas de tendencia conservadora en toda Francia. En el libro que nos ocupa, introduce una nota donde comenta de su puño y letra: “Notes manuscrites de Fulcanelli au chapitre Magie des Transmutations”, y añade: “Exemplaire provenant de la bibliothèque de J.B., ami et collaborateur de Fulcanelli”. Sauvage también está reconociendo la caligrafía y los comentarios de Champagne como los de Fulcanelli, especificando que son una misma persona, y confirmando además que Boucher era su amigo y colaborador.

Nota de Gaston Sauvage identificando las glosas de Champagne como de Fulcanelli

La aparición de estos y otros documentos personales en los últimos años han ido poniendo en solfa las invenciones de Eugène Canseliet desde los años 60 y hasta su fallecimiento en 1982. Por ejemplo, es muy célebre una historia narrada en su Alchimie, études diverses (1964) sobre una supuesta transmutación realizada por un enigmático Fulcanelli en presencia de varias personas anónimas. Aportó los nombres en Alchimie expliquée (1972): «Notre modeste laboratoire dans lequel eut lieu la projection mémorable, sous la direction de Fulcanelli et devant deux témoins. Ceux-ci furent Gaston Sauvage, chimiste chez Poulenc, et l’excellent peintre Julien Champagne qui, depuis plus de dix années, était au service du Maître». Champagne, Sauvage y el mismo Canseliet. Si nos fijamos en las fechas, cuando mencionó a los otros supuestos testigos ya estaban muertos. Poco podía imaginar que estas notas manuscritas demostrarían su mentira, pues Gaston Sauvage identifica a Fulcanelli con Champagne, y no con una tercera persona.

Acorralado en varias ocasiones, Canseliet terminó argumentando que Champagne se hizo pasar por Fulcanelli en alguna ocasión. ¿Pero cómo iba a hacerse pasar por alguien a quien, según sus propias palabras, tanto Sauvage como los Lesseps conocían personalmente?

3. EL FRONTISPICIO DE LE MYSTÈRE DES CATHÉDRALES:

La primera obra firmada como Fulcanelli contiene justo al lado del título, y en formato a toda página, un frontispicio que representa la ciencia de la alquimia. El índice de ilustraciones lo define con esta frase: “Le Sphinx protège et domine la Science”. Medio siglo después, Canseliet explicó en el prólogo a la segunda edición de su obra Deux Logis Alchimiques (1979) que en este tipo de imágenes más complejas, como alegorías de la alquimia: “…Fulcanelli ordonna la pensée, et Julien Champagne fut le réalisateur fidèle et prestigieux…”.

Su afirmación viene corroborada por su maestro, en su segunda obra, donde comenta la imagen del cuervo sobre una calavera y dice que él mismo (es decir quien está escribiendo, Fulcanelli) la ha elegido personalmente para diseñar el frontispicio de su primer libro:

LDP, 1930, p. 251: “Et nousmême, après ces grands maîtres, avons exploité le même thème dans le frontispice du Mystère des Cathédrales”.

Canseliet intenta hacer creer que Fulcanelli era una persona diferente de Champagne, de tal forma que uno diseñaba, o transmitía la idea, y el otro era un simple ejecutor. Sin embargo, esta mentira se aprecia estudiando con detalle el frontispicio de LMC. En la parte inferior aparece la fecha de composición (1910) y va firmada como “J. Champagne. inv. del.”. La abreviatura quiere decir que Champagne invenit et delineavit, es decir, él mismo inventó y representó la escena. No era simplemente “le réalisateur fidèle”.

Frontispicio de LMC de 1926

Situados en 1926 no hay ninguna contradicción, pues todo el mundo en su círculo de amistades cercanas sabía que Fulcanelli era un seudónimo alquímico de Champagne. Lo hemos visto en las notas manuscritas de sus libros, o en los comentarios de Jeanne-Emilie Baheux. Efectivamente él diseñó y ejecutó el conjunto; él colocó su frontispicio con su alegoría personal de la alquimia en las primeras hojas de su libro; él introduce así las cuestiones alquímicas que iba a abordar; y él era el maestro de Canseliet en materia de alquimia. De hecho, el cuervo sobre una calavera era la imagen elegida por Champagne para su exlibris más lujoso, que diseñó cuatro años antes, en 1906. Cualquier persona que lo conociera personalmente, identificaría automáticamente su sello en forma de imagen emblemática, además de la rúbrica expresa que se encuentra en la parte de abajo.

Ex libris de Julien Champagne

Pero además, ocurre que la imagen fue cedida por su autor en 1912 para introducir un catálogo de la Librairie Chacornac, titulado Bibliographie méthodique et illustrée de la science occulte. Los libreros clasifican y comentan las obras disponibles en su local, dividiéndolas en secciones. En la página 11 empieza la de alquimia, con el texto: “C’est celle des sciences occultes qui étudie le règne minéral, qui recherche les secrets de la vie, de la matière, et qui synthétise ses travaux sous les symboles de la pierre philosophale et de l’élixir de longue vie”. Allí encontramos el frontispicio que estamos comentando, rematado con la leyenda: “Symbole alchimique de J.Champagne”.

Bibliographie méthodique et illustrée de la science occulte, Chacornac, 1912

Efectivamente, está muy claro que el diseño es original de Champagne, igual que es suyo el texto de las dos obras.

En este sentido, el insconsciente traicionó más de una vez a Canseliet. Por ejemplo, en su artículo Quelques notes alchimiques sur Notre-Dame d’Amiens (Atlantis, 1963) nos presenta a Fulcanelli como autor de las ilustraciones recogidas en sus obras y comentarista de las mismas:

“…A gauche, c’est l’une des femmes assises qui présente le corbeau cabalistiquement le beau corps des frères en Hermès juste au-dessus d’un cavalier se livrant à la plus périlleuse des acrobaties afin de ne pas perdre sa monture. Ces deux images sculptées se montrent l’exacte reproduction de celles qu’on peut examiner à Notre-Dame de Paris et dont Fulcanelli a non seulement donné le dessin, mais aussi, par le menu, l’explication à la lumière de la science hermétique. L’une exprime la dissolution, c’est-à-dire la cohobation qui est l’affusion du mercure sur le corps fixe ; l’autre figure, en même temps que la putréfaction, cette couleur noire de laquelle, après les philosophes, l’auteur du Mystère des cathédrales nous enseigne qu’elle est la marque certaine du succès futur, le signe évident de l’exacte préparation du compost”.

Eugène nos dice explícitamente que “…Fulcanelli a non seulement donné le dessin, mais aussi, par le menu, l’explication à la lumière de la science hermétique”. El francés donner, tiene sentido de aportar pruebas de algo, como sinónimo de accomplir, effectuer, es decir de alguien que ejecuta algo por él mismo. Queda claro que Fulcanelli-Champagne es el diseñador y el comentarista de las planchas de la obra.

4. PRIMEROS BORRADORES DE SUS TEXTOS E IMÁGENES.

En la biblioteca de Félix Champagne (1878-1960), hermano de Julien y también aficionado a los temas alquímicos, han aparecido documentos muy interesantes. Tal vez uno de los más curiosos es un tomo manuscrito por un Julien más joven, fechable en los primeros años del siglo XX. La caligrafía coincide con la suya en torno a 1900-1905, tal y como se puede ver en la dedicatoria de sus dibujos, como el autorretrato que he puesto al principio de este comentario. Contiene varios textos, entre ellos un alegato inacabado de unas cuarenta páginas sobre “Hermetisme et Alchimie”. Se abre con una cita de William Crookes (1832-1919), eminente químico que se unió a diferentes sociedades esotéricas, como la Sociedad Teosófica y la Hermetic Order of the Golden Dawn. Al leerlo nos damos cuenta de que es muy similar a la redacción que Champagne publicaría años después bajo el seudónimo de Fulcanelli, aunque presenta otra forma. Una parte corresponde al inicio del capítulo París de LMC [inc. La cathédrale de Paris, ainsi que la plupart des basiliques métropolitaines…]; y otra al titulado L’alchimie médiévale en LDP [inc. De toutes les sciences cultivées au moyen âge…]. El contenido es más sintético y simple, sin juegos de palabras en griego, propio de un primer escrito que luego ha sido modificado y enriquecido con otros detalles.

Hermetisme et Alchimie conservado por el hermano de Julien

El hilo argumental de su exposición sobre la alquimia es uno de los relieves de Notre Dame de París. Incluso deja anotada la referencia para un diseño del “Bas-relief du grand porche de Notre-Dame” que identifica como “Figure 1”. Esta es la misma imagen que encontraremos como “Planche II” en LMC.

Aquí comprobamos que el tema interesaba a Champagne desde muy joven y que venía preparando materiales desde entonces. Hay pruebas de ello. Para empezar las fechas en otras planchas de LMC, como el frontispicio (1910), Les métaux planétaires (1910), Le vitrail de saint Thomas d’Aquin (1911), Le vitrail du massacre des innocents (1910). Su factura también es diversa, e indica momentos y circunstancias diferentes en su realización. Algunas están firmadas y otras no; unas llevan anotado «Notre-Dame de Paris» como si debieran estar identificadas, para saber a qué lugar pertenecen, mientras que otras no llevan nada, algo que tiene más sentido por el contexto del libro y el capítulo en el que están incluidas. Una parte de las ilustraciones son de una gran esquisitez en los detalles, como la Vierge noire des cryptes de Saint-Victor à Marseille, L’Alchimiste o Le Mercure Philosophique et le Grand Oeuvre. De esta última se conserva el diseño original, así como un estudio previo fechado en 1911:

Diseño original (453 x 307 mm) de J. Champagne vendido en Sotheby’s París, el 24 de mayo 2018.
Estudio previo de 1911 en un cuaderno de dibujo.
Fototipia del original en Le Mystère des cathédrales (1926) PLANCHE XIX.

Sin embargo, otras son muy sencillas, evidenciando que fueron preparadas con mayor rapidez, como Le Chien et les Colombes o Solve et Coagula. En este sentido, llama mucho la atención la notable diferencia de calidad y detalle entre algunos de los diseños de LMC, que son casi esquemáticos, y la totalidad de los preparados para LDP, cuya factura es siempre apabullante en su técnica. Pongo aquí una comparación palmaria:

Le Mystère des cathédrales. PLANCHE XXVIII.
Le Mystère des cathédrales. PLANCHE XXVII.
Les Demeures Philosophales, PLANCHE XVI.
Les Demeures Philosophales, PLANCHE IV.

Es inmensa la diferencia en la calidad de línea y el ashurado, con unos efectos de luz y sombra para dar realismo que no tienen nada que ver en uno y otro. Comparando los diseños de hace evidente que el primer libro fue preparado en parte de manera apresurada, con materiales antiguos que en general son los más detallados, y otros nuevos de factura más sencilla, sobre todo en los «…médaillons du porche central de la cathédrale Notre Dame de Paris». El segundo libro nos deja una colección de láminas meticulosas en su totalidad. Sus prolijos detalles y elevado número sugieren que Julien debió dedicar buena parte del período entre 1926 y 1929 para su factura, junto a los comentarios de cada imagen. El ilustrador se recrea en sus dibujos. Tiene tiempo para ello y se nota. Por ejemplo, en la plancha VI hay una maravillosa reproducción de una ventana abuhardillada en la Manoir de la Salamandre, cuando lo único relevante para el texto es la salamandra que sujeta el tejado de dos aguas y los dos dragones en la madera de los derrames.

Les Demeures Philosophales, PLANCHE VI

LDP también tiene ilustraciones puramente recreativas, sin ningún significado hermético, como La Galerie haute PLANCHE XXIV. Es un trabajo de realismo casi fotográfico, con una mera función decorativa, que vuelve a indicar mucho tiempo disponible, algo que no ocurre en LMC.

Les Demeures Philosophales, PLANCHE XXIV

Si atendemos a lo que nos dice el propio Fulcanelli en su primera obra, su fascinación por el gótico y por su simbolismo le vendrían desde niño:

“La plus forte impression de notre prime jeunesse, – nous avions sept ans, – celle dont nous gardons encore un souvenir vivace, fut l’émotion que provoqua, en notre âme d’enfant, la vue d’une cathédrale gothique”.

Efectivamente, ya desde su etapa de estudiante de bellas artes, Champagne elige habitualmente la temática gótica para desarrollar su estilo.

Dibujos de Champagne fechados hacia 1900

Uno de sus escasos proyectos de escultura conservados, es un curioso reloj inspirado en la forma de la iglésia gótica de Saint-Jacques de la Boucherie. Lo conocíamos por una imagen antigua, pero gracias a la página archerjulienchampagne.com sabemos que ha sido conservado por sus familiares.

El reloj “gótico” diseñado por Julien Champagne ca. 1895

Como comprobaremos más adelante, muchos testigos que le conocieron en torno a 1910 lo definen ya desde entonces como alguien obsesionado con el simbolismo alquímico de los edificios góticos. Con la cantidad de testimonios que hay actualmente disponibles, quien quiera sostener a Canseliet en sus fabulaciones es porque tiene muchas, muchas, muchas ganas de creer en alquimistas misteriosos

La historia inventada por el de Sarcelles sobre la redacción de los dos libros no tiene ni pies ni cabeza, se mire por donde se mire. En el prólogo de la segunda edición (1957) dice que: “Quand Le Mystère des Cathédrales fut rédigé, en 1922, Fulcanelli n’avait pas reçu Le Don de Dieu”. En la edición original (1926) explica que se trata de: “…une œuvre écrite par son propre maître”. Es decir, la obra fue escrita por su maestro en torno a 1922. Él mismo se distancia de la redacción cuando comenta que ni siquiera entiende bien su contenido: “…mon intention n’est-elle pas d’analyser ici le Mystère des Cathédrales, ni d’en souligner la belle tenue et le profond enseignement. J’avoue, très humblement d’ailleurs, mon incapacité et préfère laisser aux lecteurs le soin de l’apprécier”. Sin embargo, en Le feu du Soleil (1978), medio siglo después de los hechos, con todos los protagonistas fallecidos, él resume otra historia que venía sugiriendo desde tiempo antes. Un anónimo personaje, de gran porte y cultura, amigo “…de Chevreul, de Lessep et Grasset d’Orcet; […] il était l’ami de Berthelot et […] il connu très bien Curie, son cadet de vingt années, ainsi que Jules Grévy et Paul Painlevé”, le entregó en 1923 unos paquetes lacrados con cera, “J’avais trois paquets. Il me les a remis en 1923”. Eran notas dispersas, en papeles de varios tipos y atadas con diferentes cordones. Le dijo que las utilizase para escribir LMC y LDP. En definitiva, según este nuevo y personal testimonio el redactor de los dos libros sería el propio Eugène. La afirmación es disparatada, porque debemos creer que se le dio toda la responsabilidad a alguien que nunca había publicado ni una sola línea. Tampoco se dedicaba profesionalmente a revisar, editar o corregir textos, ni a nada que tuviese que ver con la publicación de libros. Para remate, en ese momento era un aprendiz en temas de alquimia. En las páginas 61-62 de Le Feu du Soleil explica que él sólo conoció a este supuesto Fulcanelli esporádicamente entre 1916 y 1922, y que apenas le había aleccionado sobre algunas lecturas de tratados alquímicos. Hasta ahí llegaba toda su relación. Sin embargo, poco tiempo después, debemos creer que le hizo escribir un libro hilando notas con explicaciones de simbolismos y operaciones muy complejas, muchas de ellas de caracter operativo, cuya incapacidad para comprender manifiesta explícitamente en el prólogo. En fin, es todo una historia del absurdo, sin pies ni cabeza. Casi dos años después Canseliet, escritor inédito y alquimista novel, tenía una primera versión de LMC y envió por correo el borrador a ese Fulcanelli, quien decidió aprobarlo, siempre desde la distancia. Sin embargo, preguntado después por la temprana fecha de algunas láminas, Canseliet propuso que el contacto del mítico maestro con Champagne habría sido muy anterior. La cuestión es muy simple, ¿un sujeto tan desapegado del libro como para dejar que lo redacte un anónimo contable, escritor diletante y alquimista novato; un personaje misterioso que no supervisa nada con el editor ni la imprenta en un libro donde el texto y las imágenes van de la mano; un tipo a quien tienen que enviar una copia del borrador por correo porque no se preocupa él mismo de controlar nada in situ; alguien con esa actitud se supone que contactó con un pintor quince años antes (!), repito quince años antes, para… ir preparando un puñado de ilustraciones que se pueden hacer en unas semanas?

Estudiando las láminas es evidente que están pensadas para el libro. Por ejemplo, la plancha XXVI, titulada Les Métaux planétaires, ilustra un comentario sobre el sarcófago en el que va a ser colocada la Virgen María durante su dormición. Está fechada en 1910 y Champagne centra la atención del observador en los relieves de la urna, que destaca y cuida minuciosamente, ignorando toda la escena apostolar que lo rodea. Es evidente que: bien el texto estaba ya disponible en ese momento para orientarle (algo que contradice una vez más a Canseliet), o bien era él mismo quien tenía en su cabeza lo que quería dibujar, muchos años antes de redactar la explicación.

Lámina original de 370 x 260 mm por Julien Champagne. (Colección privada)
Fototipia en Le Mystère des cathédrales (1926), Planche XXVI

Lo más fascinante de Eugène es que cambia la historia según su interés en cada momento. Por ejemplo, durante su entrevista con Jacques Chancel en Radioscopie (1978) se le alabó la calidad de la redacción y los conocimientos desplegados en LMC. Sin embargo, para sorpresa de todos dijo que el mérito era totalmente de su maestro: “…son trabajos donde la edición fue completada en menos de un mes. Son de Fulcanelli…”. La situación es de locos… ¿lo escribió Canseliet en muchos meses, o Fulcanelli en menos de un mes? ¿Se utilizaron unas notas remitidas en 1923, o «fut rédigé en 1922» como dice el prólogo?

Ya hemos visto, comparando la calidad de las láminas de sus dos obras, que LMC denota mayor premura en muchos diseños, aunque tal vez un mes sea un plazo un tanto exagerado, a no ser que ciertamente el conjunto estuviera bastante elaborado con anterioridad. Este comentario coincide con el testimonio de Jean Schemit recogido por Robert Ambelain. El editor le dijo que un día se presentó improvisadamente en su librería un pequeño hombre «ayant de longues moustaches à la gauloise» (Julien Champagne), proponiéndole la edición de un libro ilustrado sobre el simbolismo alquímico escondido en las catedrales según una lengua «…argotique, dite encore langue verte, le vert étant la couleur de l’Initiation. Il lui avait ensuite parlé de la profondeur philosophique des jeux de mots, des « équivoques » de jadis, devenues par la suite des calembours. Il lui avait appris que ceci constituait la langue hermétique par excellence, le mystérieux « langage des oiseaux » et la véritable cabale solaire des initiés». Pocas semanas después, un chico más joven (Canseliet), entregó el texto de LMC firmado como Fulcanelli y acompañado de varias láminas. A partir de ese material se hicieron algunas pruebas y correcciones, estampándose poco tiempo después.

Las evidencias dan a entender que LMC, o un contenido similar, venía siendo pergeñado por Champagne desde muchos años antes, no sólo como ilustrador, sino como escritor. Por ejemplo, hay constancia de sus visitas a la Bibliothèque nationale o al centro de documentación del Musée des Thermes et de l’Hôtel de Cluny.

Carnet de Bibliothèque nationale
Carnet de investigador del Musée de Cluny

Concretamente los archivos del Musée de Cluny son fundamentales en la extensa explicación de Fulcanelli sobre la estatua de Saint Marcel en Notre Dame. Se documenta para elucidar la figura correcta, que según él se conservaba en ese museo. Averiguó que la pieza original fue vandalizada durante la Revolución Francesa, restaurada en 1818 y posteriormente reemplazada por una copia. Rebate así interpretaciones previas de otros hermetistas como François Cambriel (1774-1850), ya que se habrían basado en una imagen alterada. Si Champagne era sólo el dibujante, no tenía motivo para solicitar una «carte d’étude» de la biblioteca del museo para investigar, pues era suficiente con dibujar lo que le señalaban.

En definitiva, parece que el pintor tenía sustanciados varios escritos en 1922, que podrían ser borradores más o menos desarrollados de lo que luego serían los diferentes capítulos de LMC y LDP. En un momento dado de 1925 reunió algunos de ellos, junto a viejas notas, dibujos, apuntes y otros materiales. Los organizó y revisó, probablemente con la ayuda de Pierre Dujols (1862-1926), para completar lo que hoy es LMC, diseñando rápidamente las láminas que le faltaban. Parece el anhelo de toda una vida. Esto es lo que Canseliet define en su primer prólogo (1925) como “la réunion de la partie première de ses écrits». Nótese que ya en ese momento deja claro que había al menos otra parte, otro grupo de escritos, que corresponde a las futuras secciones de LDP. Todo indica que en 1925 le surgió la oportunidad de publicar una primera obra en gran formato con Jean Schemit quien, como veremos más adelante, estaba especializado en «ouvrages de luxe illustrés». Aunque no hay evidencias de ello, no me parece descabellado pensar que él mismo hubiese financiado parte del costoso trabajo de edición. Las láminas en fototipia de esa primera edición eran carísimas. Eligió una técnica para impresiones de calidad fotográfica no serigrafiadas, dotada de gran finura y propia de trabajos de imprenta de lujo. En este sentido, es muy relevante saber que Champagne había obtenido en ese momento una importante cantidad de dinero de su colaboración con varios empresarios aficionados a la alquimia entre 1921 y 1925. La suma más elevada, nada menos que 30000 francos, le fue abonada por un laboratorio homeopático que tenía su sede en Suiza, llamado Station scientifique de Suhalia. Estaba dirigido por un discípulo de Julien llamado René Schwaller y financiado por el empresario Louis Allainguillaume. Hablaremos de los dos más adelante. Contaba con un local pertrechado y desarrollado técnicamente por el propio Champagne desde 1925 en París: Laboratoires Suhalia, 26 rue de la Pépinière. Se le hizo ese importante primer pago como indemnización por gastos de estudio para poder montar toda la instalación. Después se acordó un generoso abono regular por su asesoría en todos los aspectos operativos, que se mantuvo hasta su fallecimiento.

Cabinet médical des Laboratoires Suhalia
Le Progrès de la Somme, 22 sept. 1930, p. 5

Así pues, su otro libro habría sido elaborado entre 1926 y 1929, también basándose en materiales previos, pero ya con una situación personal muy cómoda, de una forma más pausada y aprovechando su buena posición económica. No sólo se nota en la calidad de las ilustraciones, también la redacción es más densa y los temas más complejos. A partir de 1930, Champagne enfermó y su labor de escritor se detuvo.

Pero, sigamos ciñéndonos a los datos…

5. EL DEPÓSITO LEGAL:

Para quien no quiera complicarse mucho la vida discutiendo el tema de la identidad fulcanelliana, basta con consultar el registro del depósito legal de la Bibliothèque Nationale de France, que reza así:

Auteur : Fulcanelli (pseudonyme de Jean Julien Champagne) 

Titre : Fulcanelli. Le Mystère des cathédrales et l’interprétation ésotérique des symboles hermétiques du Grand-Oeuvre. 

Préface de E. Canseliet, F. C. H. Ouvrage illustré de 36 planches d’après les dessins de Julien Champagne [Texte imprimé] 

Autre auteur : Canseliet, Eugène (1899-1982). Préfacier

Publication : Nogent-le-Rotrou, impr. P. Daupeley-Gouverneur ; Paris, Jean Schemit, libraire, 52 rue Laffitte, le 25 septembre 1926. In-8, 150 p. [9444] 

Auteur : Fulcanelli (pseudonyme de Jean Julien Champagne)

Titre : Fulcanelli. Les Demeures philosophales et le Symbolisme hermétique dans ses rapports avec l’art sacré et l’ésotérisme du grand-oeuvre. 

Préface de Eugène Canseliet, F. C. H. Ouvrage illustré de 40 planches, d’après les dessins de Julien Champagne [Texte imprimé] 

Publication : Nogent-le-Rotrou, impr. P. Daupeley-Gouverneur ; Paris, Jean Schemit, libraire, le 22 novembre 1930. In-8, XI-351 p. [1823]

Autre auteur : Canseliet, Eugène (1899-1982). Préfacier

Esta información no es del catálogo de la Bibliothèque Nationale, sino de las fichas conservadas en el registro del depósito legal. Ahí está, y además en un soporte oficial, bien claro: “Fulcanelli pseudonyme de Jean Julien Champagne”. El documento no tiene ningún truco posible, pues se rellena con los formularios administrativos entregados originalmente tanto por los talleres de impresión como por el editor responsable. Este último también depositaba un ejemplar a la Bibliothèque nationale.

Ciertamente los derechos de ambas obras han sido cobrados por Eugène Canseliet a partir de la tercera edición, quien originalmente debía tener una parte estipulada en contrato, pues aparece registrado como “Autre auteur, préfacier”. Esto indica que Champagne, quien murió sin mujer ni hijos, renunció a los derechos, pues se conserva su testamento sin mencionar ninguna de las dos obras. ¿Por qué lo habría decidido así? Lo cierto es que los libros intentan transmitir una seriedad y rigor que su fama personal no ratificaba, ya que en los círculos parisienses eran bien recordadas varias acciones suyas muy controvertidas. Por ejemplo, en torno a 1910, a la edad de 33 años, cometió la estupidez de presentarse ante el médico Serge Voronoff (1866-1951) con una falsificación del carnet de su abuelo Hubert Champagne, según la cual tendría casi 60 años. Quería impresionarlo y demostrar que era un alquimista con extraordinarios conocimientos. El médico ruso estaba estudiando ténicas de endocrinología para lograr un rejuvenecimiento del cuerpo humano.

En este contexto se entiende que Gaston Devaux (1881-1969), cuñado de Champagne y responsable de sus temas administrativos, calificase en 1952 todo el tema Fulcanelli como «un canular», esto es, una farsa o un puro artificio del pintor. Así las cosas, Canseliet no tuvo muchos problemas para apoderarse de la autoría con el paso de los años, pues la familia no dio importancia a las dos obras, ya que eran de un tema marginal y no habían tenido ningún éxito comercial.

Casi un siglo después de estamparse LMC y LDP, y gracias al intercambio instantáneo de informaciones que ha traído Internet, se ha encontrado documentación donde se evidencia que no sólo Devaux, sino también los hermanos de Julien, conocían perfectamente la autoría y la identidad real tras el seudónimo, e incluso en cierto momento intentaron recuperar los derechos.

Así, por ejemplo, su hermano Félix, a propósito de la primera reedición de LMC en 1957, escribió a Camille Ducray (1884-1957), periodista de Le Figaro especializado en crítica literaria, comentándole con total naturalidad que Julien era Fulcanelli.

Carta de Félix Champagne de 1956

Explica que su hermano murió en 1932 sin dar valor económico a su obra y pregunta si él mismo podría reclamar los derechos, ya que se había enterado de que se preparaba una nueva tirada sin que nadie hubiese informado de nada a la familia. Ducray no pudo asesorarlo, porque falleció unas semanas después de recibir la carta. Al no obtener respuesta, Félix pensó que no había reclamación posible y dio por cerrado el tema.

La reedición en cuestión, de apenas 1000 ejemplares, estaba siendo anunciada por suscripción desde la editorial Omnium Littéraire, especializada en “ciencias ocultas”. Se promovió sobre todo entre los suscriptores de la revista Initiation et Science, revue de recherches des lois inconnues, donde Canseliet colaboraba desde 1946 (Les Alchimistes et le Fluide universel) y donde tenían cierto peso aficionados a la alquimia como Claude d’Ygé (1912-1964) o Serge Hutin (1929-1997).

El anuncio de la reedición de LMC en la portada de Initiation et Science
Anuncio de la reedición en la contracubierta de Initiation et Science

La familia Champagne residía en el departamento de Somme, en el norte de Francia, de donde eran originarios, ajenos a las decisiones comerciales de Eugène Canseliet, que actuaba como dueño y señor de los textos. Por ejemplo, el número 10 de la revista La Tour Saint-Jacques (1957), agradece en la p. 226 a “…M. Eugène Canseliet, propriétaire des droits littéraires de Fulcanelli, et l’Omnium littéraire de nous offrir une splendide réédition de Le Mystère des cathédrales…”. Canseliet era colaborador de esta publicación y es evidente que esta situación les había sido comunicada por él mismo. Si embargo, no era cierta. Para conocer sus manipulaciones es interesante recurrir a un archivo de 1962, en plena explosión del “fulcanelismo” tras la publicación de Le Matin des magiciens (1960). Encontramos al prologuista demandando a por abuso de contrato a la casa Omnium littéraire y reclamando a la Société française des Gens de Lettres que se le reconociese como autor de los fulcanelli. La documentación se encuentra en los Archives nationales, Fonds de la Société des gens de lettres, signatura 454AP/567. Es en ese momento cuando Eugène reclama su “défense des intérêts de auteur”. Aporta como prueba un contrato de 1956 donde Omnium le identifica como propietario de los derechos literarios, e intenta que este acuerdo particular se extienda formalmente a todo el material de los libros, tanto el texto como las láminas. Finalmente logra adjudicarse la parte textual y que se le defina como Canseliet, Eugène (M.), né(e) le 18/12/1899, Nom(s) pseudonymique(s) : Fulcanelli.

Debemos apreciar que no aporta los contratos originales firmados por Champagne con Jean Schemit, según consta en el registro del depósito legal. Él maniobra legalmente para adueñarse del seudónimo, subrayando su calidad original de “Autre auteur”, y ampliando a la totalidad lo que originalmente sólo le reconocía como “Préfacier”. Quería evitar lo que le había ocurrido con la segunda edición, y por supuesto en la primera, y es que no había cobrado ni un franco por ningún concepto, tal y como relató en su entrevista para Radioscopie (1978).

En este punto es muy interesante valorar los comentarios sobre Fulcanelli antes de su explosión mediática, justo entre su primera edición de 1926 y hasta octubre de 1960. A medida que retrocedemos en el tiempo y más testigos oculares estaban vivos para poder revatir posibles mentiras, más valor tienen esos testimonios. Más adelante comprobaremos que son los más fiables y se alejan poco de la realidad.

6. LOS EJEMPLARES DEDICADOS:

Julien Champagne no tuvo ningún problema en dedicar personalmente las obras una vez publicadas, bien como Fulcanelli o como J. Champagne. Tenemos un ejemplar de René Schwaller de Lubicz (1871-1961), ingeniero químico a quien Champagne estuvo orientando en materia de alquimia durante varios años.

Dedicatoria de LMC a René Schwaller, del puño y letra de Julien Champagne

Hay abundante material de Julien entre los archivos de Schwaller, que conoció al pintor en París, en torno a 1913. Se trataron habitualmente hasta 1922. Después tuvieron encuentros esporádicos hasta 1932. Su testimonio fue básico para la redacción del célebre libro Fulcanelli dévoilé de Geneviève Dubois (1992), donde se plantea la tesis más clásica sobre la autoría de los libros de Fulcanelli, a saber: que los redactó Champagne, aunque ampliamente ayudado con materiales de Pierre Dujols.

Schwaller nos aporta algunos datos interesantes. Por ejemplo, en unas conversaciones tenidas entre 1957 y 1959 con André Vandenbroeck, publicadas treinta años después (Al-Kemi, A memoir, 1987), le explicó cómo conoció a Julien: «Lo encontraba de manera muy habitual porque frecuentábamos el mismo café, la Closerie des Lilas en Montparnasse. Entonces estudiaba también el simbolismo de las catedrales góticas […] que era otra expresión esotérica. Textos alquímicos esculpidos en piedra, igual que los que habíamos encontrado muchos años antes en Egipto. Hablando con él me di cuenta que no era un dilettante ordinario, no era un «soplador de humo» ni un charlatán. Sabía lo que hacía desde un punto de vista práctico… pero había algunos aspectos que no comprendía, aspectos teóricos de lo que llamo doctrina.».

Para entender el tono del comentario, debemos tener en cuenta que Champagne había muerto treinta años antes. No podía rebatir nada. Schwaller se presenta como portador de una serie de ideas que Julien le habría copiado. Sin embargo, la dedicatoria de LMC rubricada como «Fulcanelli», que Vandenbroeck nunca vio y se conoció muchos años después, es clara «a mon grand ami et disciple», es decir el discículo era Schwaller. Además, no tiene nigún sentido que Julien plagie a Schwaller y… ¡le dedique el libro! ¡señalándole además como su discípulo! y que ambos sigan siendo amigos hasta la muerte de Champagne, como el propio René reconoce y como demuestran abundantes pruebas documentales. Insisto en que a toda esta gente hay que leerla cum grano salis, contextualizando todo lo que comentan en su momento exacto, ya que todos arriman el ascua a su sardina.

Sobre este asunto hay algunos datos biográficos que conviene tener en cuenta. René Adolphe Schwaller era hijo de un farmacéutico de Estrasburgo que desde niño lo inició en el estudio de la química. Se fugó a Francia para evitar cumplir el servicio militar. Una vez allí, y vocacionalmente interesado en las artes figurativas, consiguió ser aceptado en el estudio parisino de Matisse. También empezó a abundar en el conocimiento del esoterismo, e ingresó activamente en la Sociedad Teosófica en 1913, publicando varios artículos en la revista Le Theosoph. Durante la Primera Guerra Mundial trabajó para un laboratorio químico del ejército francés. En todos esos años se adentró en la alquimia y conoció a Pierre Dujols, Jean-Julien Champagne (con quien compartía pasión por la pintura, la química, el esoterismo en general y la alquimia en particular), Eugène Canseliet (tambien pintor y aficionado a la química), Jules Boucher y Gaston Sauvage. Prueba de ello es que en 1914-1915 fue el reponsable de preparar la edición del Hermès dévoilé de Cyliani para la editorial Chacornac, según consta en la reseña de Le Mercure de France (16 août 1919). También entró en contacto con el empresario Louis Jules Allainguillaume (1878-1946), su socio el armador Georges Lamy (-1926) y la mujer de este último Jeanne Germain, quien era una ferviente teósofa. Lamy y el padre de Allainguillaume habían gestionado una empresa común hasta el fallecimiento de este último en 1916. A partir de ese momento Louis separó parte de su capital para fundar L. Allainguillaume & Cie, dedicada al negocio del carbón. Buscando un trabajo mejor remunerado que el de pintor, Schwaller se puso a las órdenes de Louis. Ambos tenían una afinidad ideológica muy tradicional. El rico empresario, formado en un estricto colegio jesuíta, apoyaba desde su juventud las ideas del movimiento Le Sillon, que promovía la acción social y obrera de la Iglesia Católica. Escribía artículos muy vehementes dentro de la revista del mismo nombre, siempre enfocado a la ayuda a los más necesitados. Durante la gran guerra ejerció como camillero y conductor de ambulancias, viviendo experiencias que le marcarían para toda su vida. Louis valoró el talante muy conservador (aunque menos afín al catolicismo) de Schwaller, y desde 1918 le financió para crear una especie de fraternidad de intelectuales asentados en Francia, a la que denominó Les Veilleurs. Otra de las acciones sostenidas por el rico empresario fue la creación entre 1922 y 1928 de un centro de estudios en Suiza llamado Station scientifique de Suhalia, inspirada en el Goethéanum de Rudolf Steiner. René Schwaller fue elegido como su rector. Julien Champagne fue contratado entre 1925 y 1932 como desarrollador de un laboratorio que tenían en París: Laboratoires Suhalia, 26 rue de la Pépinière. Se encargaba de organizar la operativa del lugar y solventar las incidencias técnicas. No tenía ninguna labor representativa, ya que los compuestos eran prescritos por un gabinete médico designado para ese fin. En una carta de Gaston Revel (1876-1939) dirigida a Mario Meunier (1880-1960), ambos amigos de Schwaller, se define a Julien como un tipo brillante y muy dotado intelectualmente, pero con un carácter uraño y de apariencia descuidada. Comentan que vestía con ropa demodé, estaba ensimismado en sus ideas alquímicas y era reconocible en el boulevard de Montparnasse, cuyos cafés frecuentaba, por su aire desaliñado. Tenemos constancia documental de que Allainguillaume mantuvo contacto con él hasta su muerte en 1932 y le enviaba una importante asignación con regularidad.

Carta de Julien a Louis Allainguillaume fechada en 1932

Una de las participantes habituales en Suhalia fue Jeanne Germain Lamy, quien ya integraba Les Veilleurs bajo el nombre de “Jeanne le Veilleur” y conocía a René desde su pertenencia a la Sociedad Teosófica. Era la mujer del rico armador Lamy. Permanecía largas temporadas en la Station scientifique por prescripción médica, debido a sus problemas respiratorios. Se suponía que el aire de las montañas suizas mejoraría su salud. Allí se enteró, en octubre de 1926, del fallecimiento de su marido en un accidente de tráfico. Pocos meses después René Schwaller se separó de su mujer y se casó con ella. Jeanne había recibido una enorme fortuna y una remuneración vitalicia por entregar a su cuñado René Lamy la gestión del negocio que dirigía junto a su marido, y que se convertiría poco después en la empresa Les Combustibles de Normandie. Desde entonces el nuevo matrimonio Schwaller de Lubicz disfrutó de una vida muy holgada en lo económico.

Continuando con las declaraciones de René Schwaller a André Vandenbroeck, Champagne y Pierre Dujols estrecharon mucho sus lazos a partir de 1915. Los dos pasaban horas y horas debatiendo sobre etimologías a partir de asonancias en griego. El pintor era un alquimista extraordinariamente diestro en la práctica según René, y estaba profundizando con Dujols en materias eminentemente teóricas. El método para conseguirlo es lo que en LMC llama “…une cabale parlée. Les argotiers, ceux qui utilisent ce langage, sont descendants hermétiques des argo-nautes”; y en LDP “…un idiome phonétique basé uniquement sur l’assonance. On y tient aucun compte de l’orthographe, dont la rigueur même sert de frein aux esprits curieux”. Dujols pregonaba su sistema por todas partes y era bien conocido en su entorno. Por ejemplo, a propósito de la teoría baconiana de la autoría shakesperiana, escribió a Mercure de France, 1 février 1923, p. 52, aportando su peculiar opinión argótica: “Voici quelques curieuses remarques que nous communique M. P. Dujols, professeur de lettres à Paris. En anglais, Bacon signifie lard, cochon, etc. Or, tous les pseudonymes empruntés par Francis Bacon, humaniste éminent, sont des formes grecques du mot cochon. Green est γρυν (gryn), le porc. Spenser est Σρυγξ avec le suffixe ης: ce mot signifie débauché, dépravé, «cochon» au figuré. Il y a donc de fortes présomptions, si Shakespeare est aussi un pseudonyme de Bacon, pour que ce vocable soit aussi « suis generis ». En effet, Σαγης πυας correspond à enveloppe, voile, pseudonyme de lard (πυας). En grec, l’ε se lit à la fois ε et ι; donc πυας a pu être transcrit pear. Pear en passant par pehar est devenu le français pecari, mammifère de la famille des suidés (par permutation de h avec c). Quant à Marlowe ou Marley, c’est l’anagramme de Verulam (par changement de o en e et de w en v). Verulam est une forme latine de verres, porc, du verbe verro, d’où verrulanum.

Los datos aportados por Schwaller coinciden con evidencias como la fotografía del laboratorio de Champagne en 1915, que hemos reproducido más arriba, y donde él mismo se identifica como «jeune disciple» de Dujols. Efectivamente, el librero le estaba ayudando a mejorar en la teoría alquímica y en la interpretación del simbolismo alquímico por medio de su peculiar «cábala fonética». También nos explica la evolución en el estilo de Champagne, ya que en sus obras más antiguas, como en el estudio sobre “Hermetisme et Alchimie” (ca.1905-1910) o en La vie minérale de 1908, no hay muestras de esta técnica, que debió aprender a partir de 1915.

La singularísima «cábala fonética» de Fulcanelli es, por su extrema rareza, un importante elemento indicativo del ambiente en el que se formó. El sistema fue propuesto por el esoterista Claude Sosthene Grasset d’Orcet (1828-1900), recopilando lo que él llamaba «matériaux cryptographiques» para decodificar textos con supuestos mensajes ocultos, divisas jeroglíficas y blasones. Lo llamaba la «langue des oiseaux», sin reglas ortográficas ni gramaticales, sino apoyado en la simple homofonía de términos o frases en griego y francés. Pierre Dujols fue el primero en adaptarlo a la elucidación de textos alquímicos, y solamente lo vamos a volver a encontrar en esa época en los libros de Fulcanelli. Por este motivo es muy fácil trazar la conexión entre ambos y suponer que el autor de LMC y LDP fue seguidor o discípulo de Dujols, lo que vuelve a encajar una vez más con Julien Champagne. De hecho, cita expresamente sus catálogos de librero como Bibliographie générale des Sciences Occultes, y lo califica a él expresamente de «érudit et savant philosophe».

Además de los ejemplares firmados, tenemos un dibujo realizado por Schwaller en 1930, que identifica claramente a Champagne como “Fulcanelli”.

René Schwaller dibuja a Champagne, a quien llama “Fulcanelli”.

Quiero hacer notar aquí que la calidad técnica de René como químico es indiscutible. Lo podemos comprobar en los videos que recogen el fabuloso equipamiento de sus últimos laboratorios. Su formación como ingeniero químico y farmacéutico nos revelan que Champagne debía tener también una sobresaliente destreza práctica para poder superar esa altura.

El problema con Schwaller es que, sin fantesear tanto como Canseliet, también quiso atribuirse la paternidad de las obras de Fulcanelli. En sus últimos años sostenía que la idea original sobre el simbolismo de las catedrales, así como de algunos templos egipcios, era suya y fue plagiada por Champagne. Sin embargo, no hay rastro de estas tesis en sus otros libros o artículos publicados durante los años 20.

Un segundo ejemplar dedicado era propiedad del ya mencionado Jules Boucher. De nuevo, como en el caso de Gaston Sauvage o Schwaller estamos ante un químico interesado por el mundo del ocultismo, que en un momento dado practicó alquimia de la mano de Champagne. Se mueven todos en el mismo grupo, junto a los hermanos Lesseps; un jovencísimo Canseliet, así como Dujols con sus discípulos más conocidos en materia de alquimia: el tasador de libros Louis Faugeron (1887-1947), sobre el que hablaremos más adelante, el médico Jacques-Émile Émerit (1897-1968), o los químicos Henri Coton-Alvart (1896-1988) y Georges Richer, alias Auriger, quien fue maestro a su vez de André Savoret (1898-1977). Otro miembro muy poco conocido es Max Rozet (1882-ca.1936) hijo del pintor René Rozet (1858-1939). Este hombre entró en el ejército en 1902, y se movió entre la actividad militar y la reserva activa hasta 1934, cuando fue licenciado por enfermedad. Así, por ejemplo, fue estudiante en la Ecole nationale supérieure des beaux-arts entre 1911 y 1914, y después de la Primera Guerra Mundial montó un negocio de importaciones. Su ficha militar (Communes du bureau de recrutement: 6e bureau: Paris 8e, Paris 9e, Paris 17e, Paris 18e. ref. D4R1 1189) da cuenta de varias condecoraciones y de algunos otros detalles, como una condena en 1920 por «falsification de vins» y fraude en «droits de régie».

Decicatoria de Champagne firmada como Fulcanelli

Boucher se alejó más tarde de la alquimia y se centró en otras prácticas esotéricas. Dedicó a Champagne su libro Manuel de magie pratique (Niclaus, 1941), en una época en la que el seudónimo Fulcanelli no tenía ninguna relevancia en el mundo del esoterismo. Eso le da más valor y es importante analizar sus palabras:

“A la mémoire de Fulcanelli, Mon maître et ami, Je dédie ce petit livre, étranger pourtant à ses études qui furent purement alchimiques”.

Boucher reduce el interés de Champagne estrictamente a la alquimia, a pesar de estar dedicándole un tratado de magia. Esto contrasta de nuevo con declaraciones muy posteriores de Canseliet y sus discípulos, que intentarán desprestigiar a Champagne, haciéndole el cabecilla de una sociedad de magia luciferina conocida como Grand Lunaire.

Lo cierto que no existen afirmaciones al respecto entre los propios implicados. Las suposiciones en este sentido se publicaron tras la creciente fama del nombre de Fulcanelli, intentando enturbiar la imagen de Julien Champagne. Lo único que sabemos a ciencia cierta es que este hombre, como artista que era, apenas diseñó un emblema para este grupo en forma de anillo bafomético, del que también regaló ejemplares a otras personas totalmente ajenas a los grupos esotéricos, como su cuñado y administrador Gaston Devaux (1881-1969). Volveré más adelante sobre este tema.

Volviendo con Boucher, también es relevante una copia de Deux Logis Alchimiques (1945) dedicada por Canseliet, que reza así:

“A Jules Boucher, au commun ami de Champagne et de moi-même, à l’hermétiste qui, mieux que personne, peut juger exactement de l’occulte personnalité de Fulcanelli. Très cordialement. E. Canseliet”.

Insisto en que este tipo de declaraciones, muy anteriores a 1960, van todas en la misma dirección. Boucher, que siempre identificó a Champagne con Fulcanelli, era “quien mejor podía juzgar” el tema. Sin embargo, la postura de Canseliet cambió mucho en las décadas siguientes, de tal forma que él y sus seguidores se dedicaron a denostar a este hombre, a  quitar valor a sus palabras, y a intentar justificar o hacer olvidar dedicatorias como esta.

También tenemos, para más inri, un ejemplar firmado por Champagne para el propio Eugéne Canseliet, del que apenas se ha comentado nada, a pesar de que presenta un valor enorme. Es evidente que si Julien no era el autor de los libros, jamás habría entregado y firmado como Fulcanelli un ejemplar al mismísimo prologuista, quien conocía los pormenores de su composición.

El texto reza “au disciple, au frère, au philosophe, à l’ami dévoné”. Poco imaginaba Champagne lo que el “ami dévoné” haría posteriormente con su figura.

Dedicatoria de Champagne a Canseliet en un ejemplar de LMC

Es muy importante tener siempre presente que los textos y el nombre de Fulcanelli no tuvieron ningún peso comercial hasta principios de los años 60. El punto de inflexión en su fama lo marcó el libro Le Matin des magiciens, del periodista aficionado a los misterios Louis Pauwels y el ingeniero químico Jacques Bergier, publicado en octubre de 1960 por la editorial Gallimard. Se trata de un best seller que marca un antes y un después en la literatura del misterio en el siglo XX. Tal y como dice la reseña de la revista La Pensée (1961-07-01):

“…son succès commercial est très explicable. Tout le bric-à-brac de fausses sciences n’est cepedant pas utilisé […] Leur grande idée directrice consiste à suggérer l’existence d’une grande tradition ésotérique, venant du fond des âges conservée […] de quelques mages occidentaux aux nombs étrangers, comme Fulcanelli…”.

Uno de sus capítulos comenta cierta charla mantenida en 1937 por Bergier con un alquimista anónimo, que le advirtió sobre los peligros de la energía atómica. Él supone que su interlocutor podría ser el mismo Fulcanelli que firmó dos libros de alquimia en los años 20, aunque reconoce que era una mera elucubración suya. Sin embargo, el descomunal éxito de Le Matin des magiciens sirvió para poner el foco sobre la obra fulcanelliana, que automáticamente disparó sus ventas. Hasta ese momento, los dos libros firmados como Fulcanelli tuvieron muy escasa difusión.

Las primeras ediciones fueron cortas y muy caras. Si vamos a algún catálogo de la época, como Les Nouvelles littéraires, artistiques et scientifiques: hebdomadaire d’information, de critique et de bibliographie, en su número de 1930-11-08, p. 8; vemos anunciado LDP por un precio de 200 francos entre las ediciones de gran lujo y tirada limitada. Su editor es el librero Jean Schemit, propietario de la Librairie de l’Art français especializada en “…livres sur les Beaux-Arts, ouvrages de luxe illustrés, ouvrages rares et curieux”. La estampación corrió a cargo de la imprimerie Daupeley-Gouverneur ya desaparecida, pero cuyos registros se conservan y reflejan unos escasos 300 y 330 ejemplares para cada una de las obras.

Anuncio en prensa de Schemit como editor de «ouvrages de luxe illustrés«.
LDP anunciado como obra de lujo y tirada limitada en: Les Nouvelles littéraires, artistiques et scientifiques, 8 nov. 1930, p. 8

La segunda edición de 1957 corrió a cargo de la pequeña casa Omnium Littéraire, dirigida por el matrimonio formado por Jean Lavritch y Sonia Bentkovski. Se hizo una suscripción un año antes para poco más de 1000 ejemplares, a un precio que seguía siendo bastante elevado. Habían vendido más o menos la mitad de la tirada cuando, en octubre de 1960, apareció Le Matin des magiciens. La hasta entonces mínima fama de Fulcanelli ardió como la pólvora. Podemos hacernos una idea de este suceso gracias a una nota mecanografiada por Lavritch en uno de los ejemplares de mi biblioteca. Después de llevar 3 años en venta, y uno más de suscripción, la segunda edición se agotó súbitamente en enero 1961, apenas cuatro meses después de publicarse el libro de Louis Pauwels y Jacques Bergier. De la noche a la mañana los ejemplares se buscaban en reventa a precios desorbitados. Omnium Littéraire recibió un aluvión peticiones de dentro y fuera de Francia, así que decidió hacer reproducciones fotomecánicas por su cuenta a partir de un ejemplar de 1957. El sistema era de «devis sur demande». Eugène Canseliet comentó en su entrevista con Jacques Chancel en Radioscopie (1978) que «el matrimonio Lavritch no habían visto tanto dinero junto en toda su vida como el que obtuvieron por estos dos libros». La fama explosiva del seudónimo «Fulcanelli» hizo estallar la guerra entre ambas partes, dando pie a la demanda presentada en 1962 ante la Société française des Gens de Lettres, sobre la que hemos hablado anteriormente.

Ampliación (ca.1961-1962) de la segunda edición (1957) de LMC, con la nota provisoria del editor

Noticia del editor sobre la reimpresión (ca.1961-1962) de la segunda edición (1957) de LMC, que da testimonio del excepcional interés suscitado por el nombre de Fulcanelli tras la publicación de Le Matin des magiciens (1960)

Vistas las crecientes invenciones de Canseliet sobre su presunto maestro, Robert Ambelain (1907-1997) preparó en 1962 un artículo en Les Cahiers de la Tour Saint-Jacques, explicando que todo el mundo en su momento sabía que Fulcanelli era Jean-Julien Champagne, desde el editor Schemit hasta… ¡la casera de Champagne y Canseliet, que describió su relación como la de un maestro y su discípulo!

Ambelain había publicado en 1939 un estudio mágico del simbolismo en las catedrales titulado Dans l’ombre des cathédrales, inspirado por la obra de Fulcanelli. Lo dedicó: “A la mémoire de Fulcanelli artisan du Grand Œuvre, Philosophe du Feu, dont les merveilleux enseignements nous ont permis cette imparfaite ébauche d’Esotérisme Hermétique”. Reprodujo algunas planchas de LMC, para lo que debió pedir permiso al editor Schemit, quien le comentó que Fulcanelli y Champagne eran una sola identidad. Sin embargo, poco podía hacer con ese artículo en 1962, porque prácticamente todos los directamente implicados estaban muertos o desconectados de los círculos esotéricos. Era su palabra contra la de Canseliet, que le respondió en la misma revista podiendo en duda todo lo que decía[3]. Lo tenía muy fácil y con el paso del tiempo lo tuvo más fácil todavía, pues se quedó como único testigo de los presuntos hechos.

La tercera edición oficial de los fulcanelli apareció en 1964 a cargo de la Société nouvelle des Éditions Pauvert. Aquí se deja sentir poderosamente el éxito de Le Matin des magiciens y la fama creciente del seudónimo. Pauvert era un editor potente, con amplia distribución. Las bellísimas láminas de Champagne fueron sustituidas por “illustrations photographiques nouvelles, la plupart de Pierre Jahan”. El objetivo de Canseliet a partir de entonces fue separar lo máximo posible estas dos obras de Champagne, no sólo eliminando sus ilustraciones, sino alentando una imagen pobre del pintor, sin grandes conocimientos de alquimia, y sobre todo con muchas areas oscuras, capaz de suplantar identidades, falsificar documentos, muy descuidado en su aspecto físico, fumador empedernido y que vivía sometido por una fuerte adicción a los licores de absenta.

A la izquierda la segunda edición de las obras de Fulcanelli, con las portadas copiadas de la primera. A la derecha una de las ediciones de Pauvert. Nótese el tamaño del seudónimo, que señala la fama adquirida tras la publicación de de Le Matin des magiciens. La palabra «Fulcanelli» se convirtió en un reclamo comercial de primer orden.

Al mismo tiempo fue creando la pulcra figura de un maestro mítico, sabio, culto, erudito, enigmático, un Fulcanelli magestuoso, cuyo remate fue la increíble historia (siempre sin testigos) de su reencuentro en 1952, en Sevilla, cuando este hombre fabuloso tendría, según él dice, más de 110 años… ¡y aparentaba 50! Cuanto más alimentaba el misterio, más se incrementaban las ventas de los fulcanelli, que ahora eran de su propiedad. Jacques Sadoul (1934-2013) recoge en la revista Combat (31 janvier 1974, p. 10) estas reveladoras palabras de Canseliet: «Les ventes de ces deux ouvrages sont en progression constante, année après année, quand tout au début en 1956, je ne croyais moi-même qu’à une sorte d’engouement !».

Finalmente tenemos una cuarta dedicatoria de Champagne a su hermano Félix, donde firma con su nombre y reconoce su mutua afición por las ciencias esotéricas. La correspondencia entre los dos está por estudiar y por publicar, aunque los herederos de Félix ya han dado a conocer alguna carta fechada en torno a 1931 donde las declaraciones del pintor son muy explícitas:

 “Quant à jouer un rôle quelconque dans le monde, à moins que ce soit par les ouvrages que je laisserai, et la Fraternité d’Héliopolis, dont je suis le chef inconnu, l’âge et la santé ne me le permettent pas”.

El tiempo nos permitirá saber más detalles sobre estos documentos.

Dedicatoria de Champagne a su hermano

7. EL ESCUDO FINAL:

LMC viene rematado con un escudo que reproducimos aquí.

Escudo final de LMC

Se puede ver un hipocampo como representación estilizada de la inicial del nombre Julien. Él siempre firmaba con una letra J seguida de un punto. Debajo hay una filactelia en la que se lee UBER CAMPA AGNA. Es un sencillo juego fonético del nombre Hubert Champagne. Tenemos como conjunto final: J. Hubert Champagne, que representa al autor de la obra. Esta cuestión ya fue planteada en 1962 por Robert Ambelain en su artículo ya citado en Les Cahiers de la Tour Saint-Jacques. Canseliet le replicó alegando que “…il est inexact que Champagne recût ce troisème prénom [Hubert], correspondant cabalistique du latin uber”. Ambelain no supo qué responder, porque efectivamente no aparece en su partida de nacimiento. Sin embargo, hoy conocemos gracias a la familia de Champagne que ese era su nombre de pila familiar. Un apodo cariñoso por el que le conocían sus hermanos y amigos más cercanos. Además, aparece en su certificado de defunción, que reproducimos aquí:

Aquí vemos de nuevo la mala baba y la actitud tendenciosa de Canseliet, intentando siempre confundir, negando un apodo que toda la gente cercana al pintor, incluido el mismo Eugène, conocía en los años 20 y 30. Su ventaja frente a Ambelain y a cualquiera que pretendiese cuestionarle en los años siguientes, es que los actores implicados en la edición en las obras estaban todos muertos y no podían hablar.

Podemos añadir, como simple curiosidad, que el hipocampo era entendido en los ambientes del Hiéron du val d’Or, organización muy afín a Dujols y su entorno, sobre la que hablaremos más adelante, como un símbolo de alguien que guía a los demás. A modo de ejemplo, Charbonneau-Lassay (1871-1946) comenta en la revista Regnabit (1 avril 1927), p. 405: «Si le monde ancien fit de l’Hippocampe un guérisseur, il en fit aussi un guide. En diverses mythologies des rives de la Méditerranée et du Pont-Euxinil fut le conducteur du navire des morts vers les ports du repos heureux, et les Grecs l’attelèrent au char de Posseidon. Une monnaie d’argent de la Gens Crepereia nous montre le char de Neptune— le Posseidon des Latins— entraîné sur les flots par deux Hippocampes, et les monnaies des gaulois de Redon, de Chartres et de Bayeux, représentent l’Hippocampe au naturel guidant le cheval terrestre ou le cheval ailé, le Pégase grec. L’hippocampe apparaît donc ici avec une signification allégorique semblable à celles que les anciens attribuaient, dans le temps même de sa propre vogue, au Dauphin-Christ : il est un pilote, un guide bienfaisant«.

Se han hecho interpretaciones de lo más variopintas, alambicadas, rebuscadísimas y absurdas sobre este blason. Pero su lectura es muy simple. El juego de imágenes y palabras se basa en una asonancia fonética típica de la argótica fulcanelliana. Basta con compararlo con el mismo escudo de Canseliet, que explota el mismo patrón muy básico y elemental en la divisa QUAND SEL Y EST (= Canseliet).

Escudo de Eugène Canseliet, inspirado en el de Champagne

8. LOS PRIMEROS COMENTARIOS DE LAS OBRAS:

Hemos recalcado varias veces que los dos libros firmados como Fulcanelli tuvieron muy escasa difusión. Eran caros y de tiradas muy cortas. Por ejemplo, en La Revue spirite, 1 janvier 1934, p. 62; encontramos un anuncio de ambos. LMC figura bajo la advertencia de “deniers exemplaires” a un precio de 200 francos, cuando su valor de salida en 1926 fue de 100. Comprobamos aquí que casi una década después de su publicación quedaban sin vender ejemplares de los apenas 300 estampados. LDP se anuncia al mismo precio. El alto coste de las dos obras se nota al compararlos con el resto de títulos que conforman “Un choix d’ouvrages su l’Esotérisme et l’Ocultisme” y que rondan siempre entre 10 y 40 francos.

La Revue spirite, 1 janvier 1934, p. 6

Si consultamos otros catálogos de ese momento veremos que los fulcanelli son artículos muy caros. Por ejemplo, en uno de Chacornac Frères (1933) la edición original de la Histoire de la philosophie hermétique (1742) de Lenglet Du Fresnoy, en tres tomos, costaba 300fr, frente a los 400fr que hemos comentado para los dos fulcanelli juntos. Tales precios no facilitaron precisamente su distribución y venta.

Analizando las reseñas inmediatamente posteriores, podemos concluir que el impacto en los años siguientes es prácticamente nulo en un ámbito académico. Es muy difícil ver noticias o referencias entre 1926 y 1955. Fue generalmente ignorado por historiadores del medievo, especialistas en iconología y críticos de arte.

Las contadas menciones son bastante duras. En Centre-Express, 15 janvier 1929, p. 2, leemos:  “Son obsession est l’alchimie et je crois pour ma part qu’il erre lamentablement […] il y a bien d’autres façons plus simples d’expliquer ces prétendus mystères d l’Hôtel Lallement”. En el número del 11 janvier 1929 (A124), pp. 1-2, hay un artículo titulado L’enigme de l’Hotel Lalemant: Le secret de ses sculptures symboliques n’a plus de secret, donde se concluye que: “…dans tout ceci, l’imagination paraît jouer un grand rôle…”. En La Dépêche du Berry, 9 février 1928 (a. 36, n° 33), p. 4, se comenta que una miembro de la Société des Antiquaires du Centre llamada Mme Darcel propuso un debate sobre “L’alchimie à l’Hôtel-Lallement d’après un ouvrage récent”. La charla suscitó un vivo debate, dejando claro que el nombre de “Fulcanelli aura été inventé par Champagne” y que sus explicaciones “argóticas” no tenían ningún fundamento lógico.

Años después, Lazare de Gérin-Ricard en su Histoire de l’occultisme (1939, p. 116) dice que: “Esprit Gobineau de Montluisant ou Fulcanelli, notamment, ont exagéré lorsqu’ils ont entrepris de prouver que tout dans la cathédrale gothique et jusqu’à son nom (gothique égale presque goétique ou magique , à moins que art gothique ne soit mis pour argotique dont l’assonance est la même, l’argot étant le langage particulier de ceux qui veulent communiquer entre eux sans être compris des non initiés ) en faisait le monument de l’occulte”.

La primera reseña de la que tenemos constancia se hizo en un publicación italiana, concretamente en los Atti e memorie dell’Accademia di Storia dell’Arte Sanitaria, anno VI, n. 6, Novembre – Dicembre 1926, p. 19. El comentarista se hace eco del punto de vista de Fulcanelli con bastante escepticismo: “Un’ ermetico, che si cela sotto il nome di Fulcanelli, ha illustrato alcuni bassorilievi che si trovano nel portale centrale di Nostre Dame, a Parigi, e che secondo lui hanno un significato completamente esoterico della grande opera alchimica […] Secondo l’autore la cattedrale in questione racchiuderebbe, dissimulati nei suoi bassorilievi a medaglione del portale centrale, il segreto degli stati successivi della trasmutazione […] Vi si potrebbe esattamente riconoscere la raffigurazione dell’alchimia, della fontana misteriora, dell’alchimista che protegge il prezioso athanor ovvero il vaso filosofale (che egli dice rappresentato da un piccolo edificio nel quale brucia il fuoco incandescente e che io invece propendo per ritenere un forno da calcinazione a torretta, di una donna che tiene un piatto con una salamandra nel fuoco e che raffigurare l’estrazione dell’ acciaio. Dobbiamo pero per la veritè far notare che interpretatori non ermetici in queste figure non hanno veduto altro che simboli di virtù o vizi; il coraggio, l’eroismo, la saggezza, la coltura. Le interpretazioni del Fulcanelli restano quindi controverse.

En el mundillo de los ocultistas tampoco tuvo demasiado eco. La primera referencia de cierta entidad es obra de Paul Le Cour (1871-1954). Se publicó en la revista Aesculape, en su número 1 de enero de 1927, con el título de L’ésotérisme des Cathédrales. El texto no lo dice expresamente, pero da a entender que el autor de LMC es Champagne. Por ejemplo, cuando dice que (p.17) “Il a d`nécessiter à son auteur de longs travaux, si l’on en juge par la date de certains dessins, qui remontent à 1910”.

Le Cour reconoce expresamente que Fulcanelli es Julien en una carta enviada en esas mismas fechas a Philéas Lebesgue (1869-1959), donde también lo describe como “…l’animateur du groupe des frères d’Héliopolis”. Está publicada por François Beauvy en Philéas Lebesgue et ses correspondants en France (2004).

La reseña en Aesculape también hace notar la presencia en el texto de ideas o materiales característicos de Pierre Dujols (p. 20): “J’y ai retrouvé avec un vif intérêt, des idées chères à un hermétiste, mort depuis peu, mais connu de ceux qui s’intéressaient à ces questions en raison de son immense érudition: M. Pierre Dujols”.  En definitiva, en este primer documento Le Cour refleja todo lo que sabemos hoy en día con los datos disponibles: la autoría es de Champagne y hay una alta vinculación con las teorías propias de Dujols.

El grupo de esoteristas parisienses en esos años era reducido, y más aún en el caso de los aficionados a la alquimia. Casi todos se conocían entre sí, bien directamente o bien por referencias de otros. Se comentaban entre ellos los entresijos de las obras que se iban publicando. Que Champagne era Fulcanelli no resultaba ningún misterio. El testimonio de Le Cour es particularmente valioso, pues había estado relacionado personalmente con Pierre Dujols (1862-1926) por la afinidad que ambos tenían con la fundación Hiéron du val d’Or, promovida por el barón Alexis de Sarachaga (1840-1918). El Hiéron era un museo eucarístico vinculado a la Iglesia Católica, a partir del cual se desarrolló una sociedad singular con varios objetivos: demostrar que el cristianismo hundía sus raíces en la Atlántida, cuyos saberes habrían llegado a Europa a través de egipcios y griegos; estudiar una supuesta tradición universal y sagrada, presente como un sustrato en todas las culturas occidentales; y preparar política y socialmente la segunda venida de Cristo, especialmente fomentando una fraternidad institucionalizada que rivalizase con la entonces potente masonería. La labor del Hiéron du val d’Or se prolongó entre 1877 y 1926, con diferentes ramificaciones. Una de ellas fue la asociación Les Amis de l’Atlantide, promovida por Le Cour junto a Philéas Lebesgue, con el apoyo de varias personas, y entre ellas estaba Pierre Dujols; según nos comenta Emmanuel Dufour-Kowalski en La fraternité des Veilleurs (2017).

Ese mismo mes de enero de 1927, Le Cour publicó en la revista Le Monde Illustré (22-1-1027) otro artículo hoy ignorado, titulado Bourges et les Alchimistes, donde hizo suyas las ideas de LMC y reprodujo sin permiso algunas de sus ilustraciones. También remedó el análisis de las imágenes en base a analogías simbólicas, sostenidas por asonancias fonéticas en base de cierta lengua argótica conocida por algunos iniciados[4].

Esa revista tenía cierta difusión y su artículo generó controversia, sobre todo entre aficionados a la historia de la ciudad de Bourges. Así leemos en el Journal du Cher, 23 avril 1927 (A122, N93), p. 2: “Il fait circuler un numéro de la revue Le Monde Illustré, du 22 janvier 1927, où, sous la signature de Paul le Cour a paru un article intitule Bourges et les Alchimistes, avec reproduction des sculptures des monuments de notre ville qui, au du e de l’auteur, représentent des scènes ou des moltifs ayant trait à l’Alchimie. M. Chenu qui a eu aussi connaissance du l’article et veut bien en donner lecture, qualifie de hardie celle interprétation. On peut même dire sans crainte, semble-t-il, que, exception fallu pour les motifs dans lesquels les fiammes joueraient un rôle pour la recherche du Grand Œuvre, les vues de l’auteur dénotent une imagination hautement fantaisiste”.

El rechazo a las ideas de Le Cour es idéntico al que conocerá Fulcanelli en los años siguientes. Su método argótico era entendido con razón como algo totalmente anárquico y subjetivo. Sin embargo, he destacado el artículo porque dio pie a la idea de que Le Cour y Champagne – Fulcanelli, ilustrador y presunto autor de LMC, eran una misma persona. Así, en el Journal du Cher del 6 de febrero de 1928 se decía que «…le lieutenant-colonel Chenu se demande si Fulcanelli et Paul Le Cour, l’auteur de l’article du MOnde Illustré du 22 janvier 1927 dont il a été question au procés-verbal […] ne serait pas une seule et même personne». Un mes después leemos en Journal du Cher, 12 mars 1928 (A123, N136), p. 2: “Il est avéré que l’auteur de l’article du Monde Illustré, Paul Lecour et Lucien [sic.] Champagne, l’illustrateur du livre de Fulcanelli, ne sont pas un seul et même personnage”.

Esto desató la ira de Julien, que decidió vengarse jugando con el título de “atlantista” de Le Cour. Voy a comentar este curioso episodio, que demuestra el celo del pintor y alquimista con sus propias obras.

Paul había fundado unos meses antes, junto a Roger Dévigne (1885-1965), una Société d’études atlantéennes, que tenía como miembro de honor al mismísimo Leon Robin (1866-1947). Era un grupo heterogéneo, algo habitual en esa época dentro de este tipo de sociedades consagradas a temas que interesaban tanto a científicos como a esoteristas. Desarrollaba su actividad en los auditorios de la Sorbona, a rebufo del Institut de géographie y del Institut d’Art et d’Archéologie. Así, por poner un ejemplo, en ese momento se anunciaba en L’Intransigeant, 17 mars 1927, p. 2: “M. Paul Lecour fera, samedi, à 20 heu res 45, pour la Société d’Etudes atlantéennes, à la Sorbonne (amphithéâtre Descartes), une conférence sur : L’Atlantide et les sanctuaires poséidoniëns de l’Hellade”.

La metodología poco científica de algunos miembros, y en particular de su entonces secretario general Paul Le Cour, generaron críticas dentro y fuera del grupo. El latinista Paul Couissin (1885-1932) publicó en febrero un sulfuroso artículo en Mercure de France donde señalaba a miembros esoterizantes por querer afirmar un dogma, sin buscar la investigación histórica sometida a una crítica rigurosa.

Le Cour comenta personalmente en el número de abril que abandona su cargo a petición del presidente Dévigne, quien le señaló por escrito y verbalmente “…mes fautes et mes erreurs”. Paul se muestra muy contrariado. Dice estar interesado en lo “scientifique et artistique”, el emplazamiento físico de la Atlántida, así como las “influences spirituelles” que supuestamente habrían ejercido los atlantes sobre la cultura europea. Semanas después decide fundar la asociación Les Amis de l’Atlantide y la revista Atlantis.

Para entender el contexto de toda la polémica debe leerse la sección “Notes et documents scientifiques” en Mercure de France durante el año 1927.

En medio de todo este guirigay, Julien Champagne envió a esa revista una carta imitando la firma de Le Cour, donde proponía la disparatada idea de abrir una suscripción para levantar un monumento a los atlantes: “…soit au Yucatan, en un point quelconque du rivage, soit sur l’un des hauts-fonds de la mer des Sargasses”. He aquí el texto completo:

Mercure de France (1890-1965)

15 novembre 1927 (a. 38, n° 706), p. 255.

Un monument aux Atlantes.

On nous communique : Pour commémorer à la fois les grands ancêtres disparus dans l’anéantisse ment du sol même de leur patrie, et ceux qui tombèrent sous le glaive hellé nique, — selon les traditions platoniciennes et nos propres découvertes des sanctuaires poséidoniens de l’Hellade, — les Amis de l’Atlantide ont voté le principe de l’érection d’un monument destiné à perpétuer ce double souvenir. Aussi, l’édifice impérissable de la spiritualité atlantéenne doit-il apparaître à tous les hommes instruits comme Vanneau d’une immense chaîne reliant aux couuaissances ésotériques modernes les mystérieux arcanes des initiations antiques. Ce monument, dont un jeune sculpteur de talent, M. Léon Leyritz, a bien voulu se charger d’exécuter la maquette, pourra être élevé soit au Yucatan, — contrée où florissait la civilisation Maya, d’origine Atlante, — en un point quelconque du rivage, soit sur l’un des hauts-fonds de la mer des Sargasses, dont la position géographique sera l’objet d’une détermination ultérieure. Ajoutons enfin que ce pieux témoignage, adressé par leurs descendants aux Atlantes victimes d’un sort funeste, pourrait être, dans l’avenir, utilisé, secondai rement, comme signal routier réservé aux avions transatlantiques. Là encore, il servirait de jalon spirituel, à travers le temps et l’espace, aux deux continents de civilisations jumelles, issues d’une lointaine et vénérée mère commune. Le Comité pour l’érection du Monument aux Atlantes a été placé sous le haut patronage de : M. Paul Chabas, membre de l’Intitut, Président d’Honneur. Ont été nommés : Président : M. Roussel-Despierres, Secrétaire d’Etat de Monaco ; vice-président: M. Blech, secrétaire général de la Société Théosophique; Secrétaire : M. Philéas Lebesgue, publiciste; Trésorier : M. Paul Le Cour, fondateur de la S. E. A.; Membres : MM. le Baron Robert Fabre-Luce; le Dr Allendy; le Dr Vergnes; Maurice Magre; Paul Mailley; Mme Montbray; Mlle Raynaud, etc”.

La propuesta fue la guasa de sus críticos, que aprovecharon para crucificar a Le Cour. Leemos en La Dépêche, 12 décembre 1927, p. 2: “…un maniaque ayant ouvert une souscription pour « ériger la statue de l’Atlantide dans la nier des Sargasses », il a fallu mettre en branle l’autorité judiciaire pour protéger ce fabuleux territoire contre les insidieuses annexions”. En Le Quotidien, 10 décembre 1927 (A5, N1762), p. 2: “Enfin, certains journaux ont relaté — mystification ou hallucination ? —y le pseudo-projet d’un monument aux Atlantes… dans la mer des Sargasses!”. Hay una gran cantidad de burlas, que no voy a reproducir.

Le Cour protestó por la falsificación, pero en muchos casos tampoco se le tomó en serio. La France (París) 29 novembre 1927 (a. 66, n° 24), p. 2 y La Lanterne, 29 novembre 1927 (18375, A60), p. 3 comentan al respecto:

“Paul Le Cour, fondateur des Etudes atlantéennes, proteste par un billet qu’il nous adresse contre la note qui doit paraître, nous dit-il, dans le prochain numéro du Mercure de France, et qui lui prête l’intention de demander l’érection, au Yucatan ou dans la mer des Sargasses (!) d’un monument aux Atlantes. M. Paul Le Cour tient à faire savoir que ce communiqué n’émane pas de lui, et ne vise. « qu’à discréditer son effort… » Il ajoute qu’il porte plainte au procureur de la République. Cette Atlantide va encore causer les malheurs !”.

Gracias a una crónica de Émile Condroyer (1897-1950) en Le Journal, 24 novembre 1927, p. 1, sabemos que Paul imputó en un principio la falsificación a los rivales “científicos” que dejó al abandonar la Société d’études atlantéennes:

“Des Atlantes mystificateurs proposaient d’édifier un monument sur les hauts fonds de la mer des Sargasses.

Paris, comme chacun sait, possède des Atlantes. Ce sont gens de haute culture que passionne l’obscur mystère de l’Atlantide. Ils s’étaient, l’an dernier, formés en société d’études. Un bel avênir leur souriait. Mais la discorde se mit dans leur sein. Les uns ne voulurent faire que de l’archéologie et des recherches scientifiques. Les autres voulaient ressusciter l’Atlantide pour en tirer un profit moral et un enrichissement spirituel. Certains soirs les réunions furent si tumultueuses que les voisins du dessus frappèrent au plafond, pour faire taire les Atlantes. En sorte qu’un triste jour les métaphysiciens de la société démissionnèrent et s’en allèrent, dans leur coin, former une société rivale, « les Amis de l’Atlantide ». On allait pouvoir travailler.  Des mois passèrent.  Misère ! Une puissance du mal les épiait dans l’ombre. Que vit leur trésorier, M. Paul Le Cour, en ouvrant le dernier numéro du respectable Mercure de France ? Il vit — et il en pâlit — une circulaire signée de son nom, alors qu’il n’avait jamais rien écrit de semblable. Il bondit à la revue. On lui montra l’original tapé à la machine. Sa signature a l’encre était si parfaitement imitée qu’elle avait surpris la bonne foi du rédacteur en chef. Et. ‘coup sur coup, il aprit que de semblables circulaires avaient été adressées à des libraires pour être affichées. L’une d’elles faillit même toucher un membre de l’Académie des sciences. Je dis « faillit », car il était mort le jour de l’envoi.  Aussi « les Amis de l’Atlantide » sont ils secoués d’indignation. M. Le Cour a porté plainte auprès du procureur de la République, pour faux. L’Atlantide métaphysicienne s’en va-t-en guerre contre l’inconnu qui a tenté de l’écraser sous le ridicule. Car que disait la circulaire? Elle disait que, pour commémorer l’édifice impérissable de la spiritualité atlantéenne, les Amis de l’Atlantide avaient décidé, à l’unanimité, d’élever un monument aux Atlantes, aux vrais, aux ancêtres disparus sous les flots, un monument qui serait un signal pour aviateurs et un jalon spirituel entre les deux continents issus d’Atlantis.  Et on l’élèverait, ce monument? O mânes d’Hégésippe Simon ! On l’élèverait dans… la mer des Sargasses”.

No sabemos quién le contó la verdad, pero llegó a identificar a Champagne como el responsable último. En su obra Ma vie mystique (1955), comenta que su difamador fue obligado a comparecer ente la justicia, lo que afectó gravemente a su salud. Esto nos emplaza en torno a 1930, cuando Champagne empezó a notar los efectos de una artritis infecciosa aguda en una de sus piernas, que le provocó una cojera crónica. Al no tratase correctamente, la enfermedad se fue agravando de manera dramática hasta provocar su muerte: “Afin de me faire abandonner par les hautes personnalités qui avaient accepté le patronage de notre oeuvre, les adversaires imaginèrent de lancer à travers journaux et revues et d’adresser aux membres de l’Académie des Sciences le texte d’une souscription soi-disant ouverte par moi afin d’élever dans la mer des Sargasses un monument aux Atlantes “victimes d’un sort funeste”. Cette circulaire était accompagnée de ma signature très bien imitée que suivaient les noms des membres de l’Institut qui m’avaient apporté leur adhésion. Naturellement, ce fut dans la presse un éclat de rire. Le Mercure, trompé par la signature, avait inséré cet appel et je dus y faire paraître un démenti. Je portai plainte contre inconnu mais je savais quel était l’auteur de cette manoeuvre. Il dut comparaître devant le commissaire. Cette comparution n’eut pas de suite, mais lui causa une telle frayeur qu’il tomba malade. Plusieurs années après, je le rencontrai marchant péniblement appuyé sur une béquille. Les dieux l’avaient puni!”.

A partir de ahí, Le Cour mostró una lógica animadversión por Julien. Así, respecto a sus dos libros, decidió enterrar su autoría y fomentar vivamente la idea de que en realidad eran obra de Canseliet. Atrajo a este último hasta su revista Atlantis. En 1934 vuelve a escribir a Philéas Lebesgue para comunicarle el fichaje en estos términos: “…l’auteur du Mystère des Cathédrales (pseudonyme Fulcanelli) est devenu abonné d’Atlantis”. No debió resultarle muy difícil, ya que el de Sarcelles, que había permanecido siete años acompañando a Champagne hasta su muerte, estaba en una situación económica muy delicada. Entre 1933 y 1936 se anunciaba en prensa como «chimiste» para realizar todo tipo de trabajos domésticos.

L’Écho de Paris, 3 septembre 1935, p. 8.

Su situación es retratada en L’Occultisme a Paris (1953), firmado por un tal Pierre Geyraud, sobre el que hablaremos más adelante. El libro está publicado en los años 50, pero refleja informaciones reunidas por su autor veinte años antes. Así, no sólo habló con Eugène, sino también con el conserje y varios vecinos del número 10 quai des Célestins, donde estuvo residiendo entre 1933 y 1935: “El Sr. Canseliet siguió la investigación alquímica en el espíritu de su predecesor [s.e. Julien Champagne]. Trabajaba en una buhardilla que daba a un muelle del Sena, y que había convertido en laboratorio y oratorio a la vez: cerca del horno de ladrillos tenía tenazas, varillas de hierro y, alrededor, repartidas en tablas fijadas a las paredes, o cuidadosamente dispuestos sobre una mesa larga, matraces, crisoles, globos y redomas de vidrio, tubos y ampollas etiquetadas, innumerables muestras de minerales, múltiples figuras herméticas colgadas en los lugares que quedaban libres, subrayadas con frases, con axiomas trazados a lápiz en la misma pared, y singulares por sus misteriosas evocaciones, para despertar el recogimiento y la meditación”. También se sorprende Geyraud (p. 72) de la obstinación de: «M. Paul Le Cour, président du groupe « Atlantis », bien placé, certes, à tout point de vue, pour émettre, dans cet obscur débat, une opinion autorisée, reconnaît, à son tour, la même confor­mité de style entré les textes de Fulcanelli et les écrits de Canseliet, — articles de revues et correspondance — et va jusqu’à retrouver cette ressemblance dans les calligraphies , authentifiées du maître et du disciple».

Todo lo que hemos explicado cambia nuestra visión sobre la posición de Le Cour respecto a los fulcanelli. No es que él pensase que Canseliet podía ser el autor, tal y como se sostiene hoy en la mayoría de fuentes. Él sabía que Champagne los había redactado e ilustrado, tal y como explica en su carta a Lebesgue en 1927; pero por una burla personal, promovida por Julien y que afectó duramente a su reputación en esos años, decidió anular conscientemente el legado alquímico del pintor y endosárselo a su prologuista.

Para encontrar más opiniones sobre las obras de Fulcanelli tenemos que situarnos ya terminada la Segunda Guerra Mundial.

La primera que quiero traer aquí es de Canseliet en su Deux Logis Alchimiques (1945). Esta obra se reeditaría treinta años después con un prólogo diferente, pero yo quiero quedarme con este primero, compuesto en una fecha relativamente temprana. La prudencia del de Sarcelles es llamativa comparada con lo que veremos a partir de los años 60. Se limita a proclamarse “l’unique disciple” de Fulcanelli y presentarlo como un personaje totalmente desconocido, en prácticamente todos sus aspectos, no sólo para resto del mundo, sino para él mismo. Es muy llamativo su silencio en contraste con los prefacios posteriores a LMC y LDP, sus entrevistas, artículos y libros, donde va a dar rienda suelta a todo tipo de historias fantásticas sobre transmutaciones, adeptados centenarios y amistades ilustres de su supuesto Fulcanelli. Aquí se limita a negar con muchísima prudencia las hipótesis sobre la autoría que circulaban en ese momento. Habla de Pierre Dujols, diciéndo simplemente que falleció “cinco años antes” de que se publicara LDP (en realidad son 4). Comenta que nunca tuvo la menor relación con él y que “eût été l’ami intime de Julien Champagne”. Sobre el pintor, también niega su autoría sobre los textos, valorando muy positivamente su trabajo pictórico en las obras “..qu’il illustra avec autant d’intelligence que de talent et de scrupuleuse habiletè”. De nuevo, y lo reiteamos mil veces, debemos advertir su cambio de actitud con paso del tiempo. Cuando el seudónimo se hizo comercial y adquirió los derechos sobre las obras en 1962, tomando el control para preparar una nueva edición para Jean-Jacques Pauvert en 1964, eliminó las ilustraciones originales que aquí alaba, en favor de simples fotografías en blanco y negro, con una calidad y valor artístico infinitamente menor. En el caso de la Manoir de la Salamandre en Lisieux los clichés elegidos son absolutamente lamentables comparados con los bellos y detallados diseños de Champagne. Finalmente, en este prefacio de 1945 dice que algunos, en referencia a Paul Le Cour y sus seguidores, creen que él mismo es el autor tras el seudónimo. Pero lo rechaza alegando que su edad en ese momento no le permitía alcanzar la “madurez literaria y científica” de Fulcanelli.

El escritor André Billy (1882-1971), miembro de la Société littéraire des Goncourt y de la Société des Amis de Philéas Lebesgue, publicó en Le Figaro Littéraire, 21 septembre 1946, una entrevista con el ex sacerdote Raoul Guyader (1890-1961), alias Pierre Geyraud, a quien ya hemos mencionado. Este había publicado desde finales de los años 30 varios libros y artículos sobre los grupos esotéricos del París modernista con referencias a Fulcanelli. No tiene ninguna duda de que se trataba de Champagne, a quien describe como: “…un hombre de pequeña talla, de largos mostachos galos, apasionado por el arte gótico, del cual pretendía que estaba en clave y que esta clave no era otra que la vieja argótica o lengua verde. Desde antes de la publicación de las dos obras, profesaba las ideas que se encuentran allí”.

También cuenta que fue él quien fundó la raquítica Fraternidad de Heliópolis, reducida a su círculo más íntimo y a la que van dedicicados sus libros. Según su testimonio, en sus últimos años, cuando estaba escribiendo sus libros, empezó a deteriorarse su salud y salía poco de casa. Canseliet era su chico de los recados para todo, tanto en temas alquímicos, como en los personales. Por ese motivo le invitó a prologar los libros, sin que tuviera mucho que ver en su redacción original. Esto encaja con la falta de conocimiento que Eugène demuestra en muchos aspectos de la primera edición, de la que ni siquiera sabía el número de ejemplares que se tiraron. Unas veces habla de 500 ejemplares y otras de 300.

En sus libros Les sociétés secrètes de Paris (1938) y L’occultisme à Paris (1953), firmados como Pierre Geyraud, Raoul habla de una sociedad de magia luciferina llamada Très Haut Lunaire. Años después, la noticia fue muy tergiversada por los discípulos de Canseliet, queriendo presentar a Champagne como su tenebroso líder. Sin embargo, lo único concreto que se comenta en 1953, nombrando explícitamente a Julien Champagne, e identificándolo siempre con Fulcanelli, es que «Il contribua à constituer, dans les parages de l’église Saint-Merri, une société luciférienne très fermée, dont il dessina lui-même… le Baphomet”. Raoul lo describe como un ídolo impresionante, sin embargo era un simple anillo iniciático.

Anillo bafomético diseñado por Champagne
Canseliet mostrando su ejemplar

El diseño de Champagne lo encontramos explicado por él mismo en LDP (1930), donde descompone la figura bafomética en un collage de símbolos geométricos: “Il se composait d’un triangle isocèle à sommet dirigé en bas, hiéroglyphe de l’eau, premier élément créé, selon Thalès de Milet, qui soutenait que « Dieu est cet Esprit qui a formé toutes choses de l’eau ». Un second triangle semblable, inversé par rapport au premier, mais plus petit, s’inscrivait au centre et semblait occuper l’espace réservé au nez dans la face humaine. Il symbolisait le feu, et, plus précisément, le feu enclos dans l’eau, ou l’étincelle divine, l’âme incarnée, la vie infuse dans la matière. Sur la base inversée du grand triangle d’eau s’appuyait un signe graphique semblable à la lettre H des Latins, ou à l’ετα des Grecs, avec plus de largeur cependant, et dont la barre centrale se coupait d’un cercle médian. Ce signe, en stéganographie hermétique, indique l’esprit universel, l’Esprit créateur, Dieu. A l’intérieur du grand triangle, peu au dessus et de chaque côté du triangle de feu, on voyait à gauche le cercle lunaire à croissant inscrit, et à droite le cercle solaire à centre apparent. Ces petits cercles se trouvaient disposés à la manière des yeux. Enfin, soudée à la base du petit triangle interne, la croix posée sur le globe réalisait ainsi le double hiéroglyphe du soufre, principe actif ; associé au mercure, principe passif et solvant de tous les métaux. Souvent, un segment plus ou moins long, situé à la pointe du triangle, se creusait de lignes à tendance verticale où le profane reconnaissait, non point l’expression du rayonnement lumineux, mais une sorte de barbiche”. El resultado es la imagen que ponemos a continuación. De nuevo comprobamos que la peculiarísima concepción artística de Champagne, plasmada en los anillos a principios de los años 20, es idéntica a la que describe cuando firma como Fulcanelli en 1930. Nadie más había hecho antes una interpretación similar de este símbolo.

Baphomet según está descrito en LDP (1930)

Hay varios libros y artículos muy posteriores (insisto en tener el año 1960 como referencia) que dan nombres para algunos de los miembros del Grand Lunaire, sin que nadie diga nada en los años 20, 30 o 40; de manera que todo lo que sabemos en este sentido son puras elucubraciones de fuentes muy tardías.

Ciertamente los comentarios de Guyader en Les sociétés secrètes de Paris (1938), son bastante escandalosos, tal como vemos en p. 114: “Le T. H. L. est une Société luciférienne. Oh ! pas une de ces Sociétés Secrètes érotiques de faible imagination, qui en sont restées à la messe noire, comme celles de la rue Buffon, du la rue Champollion, du quartier Saint-Sulpice ou de Vaugirard… Quelque chose de plus sérieux ! II a choisi son centre à proximité de l’église Saint-Merri, parce que, sur le portail principal du celle église, à la place d’honneur, au sommet des voussures ornées de Martyrs, de Vierges et de Confesseurs, est accroupi, entre deux Anges qui l’encensent, un Baphomet. Un Baphomet, c’est-à-dire un Satan cornu aux oreilles de bouc, aux seins de femme, aux jambes velues croisées sur un crâne. Le Pape noir de la secte est, comme les autres dirigeants, alchimiste ; nul ne sait son adresse. Il y a là un éditeur de la rive gauche, un journaliste réputé, un banquier, un artiste-dessinateur, deux jeunes femmes ; et bien d’autres encore, mais qui sont de simples exécutants […] Ainsi munis d’une doctrine, que font les adeptes du T. H. L. ? De la haute magie. Dans l’occullum de la rue Chapon, parfois, ils effectuent de la magie cérémonielle en l’honneur de Lucifer. Ils sont alors revêtus de maillots noirs collants, échancrés en bas. (Le moment est venu de dire que T. H. L. signifie Très-Haut Lunaire ; l’astre des nuits est, dit-on, luciférien.) Ils se prosternent ainsi devant le Baphomet. Ils réalisent des « éclatements de pierres magnétiques » et captent, à des fins merveilleuses, le fluide magique qui se dégage des accouplements”. De nuevo tenemos que contextualizar sus palabras para entenderlas adecuadamente. Raoul era secretario municipal del Tercer Distrito de París. Había sido sacerdote en su juventud, pero se alineó con el modernismo teológico de Alfred Loisy (1857-1940) y abandonó sus votos. Tonteó con los grupos esotéricos y las organizaciones “secretas” en el París de los años 30 y 40, pero escribe desde un punto de vista muy contrario a todos ellos, dentro de un ambiente social cada vez más crítico con esas prácticas, que desembocó en su prohibición total. Trata el tema con ese sesgo mediático y sus comentarios son sensacionalistas, poniendo el acento en chismes amarillistas. Su entrevistador, André Billy, lo describió en un libro posterior L’assassinat d’Alain Guyader (1951), donde se narra el trágico asesinato de su hijo adolescente a manos de unos amigos: “Pierre Geyraud n’était pas le personnage pittoresque auquel pouvait faire croire sa fréquentation des milieux étranges décrits dans son premier livre et dans les suivants : les Religions nouvelles de Paris et les Sociétés secrètes de Paris. Il m’avait dit être fonctionnaire sous un autre nom, son vrai nom : Raoul Guyader. C’est pour garder en tant qu’écrivain ses coudéesfranches qu’il avait pris un pseudonyme, anagramme de Guyader. Il avait l’aspect sérieux et la physionomie réfléchie d’un professeur, et d’ailleurs, il a longtemps fait des cours et des conférences de sociologie à l’Ecole d’Anthropologie et à l’Ecole des Hautes Etudes sociales”.

Buscando alguna información complementaria y fiable me he encontrado con dos noticias de Jean Marquès-Rivière (1903-2000). Este hombre fue un periodista fascinado en su juventud por el esoterismo y la teosofía. Miembro de la Grande Loge de France, de la Société théosophique y de otros grupos similares. Estuvo en contacto con René Guénon, con las ideas tradicionalistas y se adentró en el círculo de ocultistas que escribían en la revista Le Voile d’Isis. Según Jean Robin, en su obra René Guénon témoin de la tradition (1978), también perteneció a este Grand Lunaire. Ahora bien, su vida dio un giro radical al catolicismo tradicional en 1931, abjurando de todas sus prácticas anteriores y dedicándose a combatirlas con virulencia. Esto ocurrió con muchas otras personas de tendencia conservadora, porque se empezó a extender la idea de que las sociedades secretas, y en particular la masonería, desarrollaban una labor contra las bases de la nación. Es un fenómeno repetido en España, Holanda, Bélgica e Italia. Rivière se hizo colaborador habitual de la Revue internationale des sociétés secrètes y, a partir de 1940, tras la prohibición expresa de toda las sociedades secretas por el régimen de Vichy, fue nombrado adjunto al Service de police des sociétés secrètes. Es decir, su conocimiento sobre el tema en la Francia de los años 20, 30 y 40 era muy grande.

Raymond Barbeau (1930-1992) contactó con él para documentarse mientras preparaba su tesis sobre Léon Bloy (1846-1917), que más tarde daría como resultado el libro Un prophète luciférien: Léon Bloy (1957). Se conserva el intercambio epistolar en Montreal, Centre de recherche Lionel-Groulx, Fonds Raymond Barbeau, P31. Rivière, que era muy sulfuroso criticando otras sociedades, consideraba poco acertada la descripción de Guyader: “Le Grand Lunaire n’était pas consacre a dévoiler les abominations du satanisme. C’est bien simple, Eliphas Levi avait dit que Lucifer est le Saint-Esprit qui seuls les grands initiés connaissent, ceux qui ont découvert le Grand Secret, l’Absolu, l’Arcane prodigieuse de la divinité, la Pierre Philosophale…”. Desarrollaban una serie de concepciones neo-gnósticas, en la línea de Joris-Karl Huysmans (1848-1907) y Léon Bloy. Proponían una interpretación sui géneris, en clave filosófica, de ciertos símbolos asociados a lucifer. Según ellos era una imagen del “paracleto” (gr. παράκλητος) o Espíritu Santo enviado a los apóstoles en Pentecostés. Representaba la iluminación suprema, el “Don de Dios” y el spiritus mundi ansiado por los alquimistas. Barbeau lo recoge así en su libro Un prophète luciférien, (1957), pp. 77-78: “Mais bien d’autres doctrines différencient Satan de Lucifer. Les rose-croix de Max Heindel aux Etats-Unis (Ocean- side) ; les néo-théosophes d’Alice Bailey; les sociétés théosophiques de Mme H. P. Blavatsky, du Colonel Olcott, d’An- nie Besant, de C. W. Leadbeater ; les occultistes et kabbalistes qui ont pour Maître Eliphas Lévi, etc. Mais déjà, jadis, les sociétés secrètes inspirées par le dualisme manichéen plus que par le monisme hindou (sectes ismakliennes dans le Djebel Druze et le désert d’En-Gaddi, lucifériens médiévaux, Bogomiles, Pauliciens, etc.), distinguaient entre Satan, l’Adversaire, l’Ahriman, le Mal, et Lucifer qu’ils appelaient le Libérateur, l’Anti-Loi, l’Amour anarchique, l’Esprit de Liberté, le véritable Kurios, le Principe cosmique du Solve dans certains hermétismes, le Lucibel du Luciférisme médiéval et de certaines Loges, le Luzabel des Publicains du XIII e siècle qui était toujours l’ennemi de la prudente Sagesse du Verbe, comme le soutient d’ailleurs Léon Bloy […] Il faut aussi consulter l’ouvrage d’Alcide Morin, Ténèbres ou Treize nuits ; les Etudes sur la Franc-Maçonnerie Américaine d’Arthur Preuss; le traité Morals and Dogma d’Albert Pike, adaptation du Dogme et Rituel de la Haute Magie d’Eliphas Lévi; la Cène Secrète dans les archives cathares de Carcassonne; le roman de Jean de la Hire, Lucifer ; Le Mandaïsme et les Origines chrétiennes de Robert Stahl; Les Enfants de Lucifer, pièce de théâtre, du théosophe Edouard Schuré; le livre «inspiré» des Antoinistes, Couronnement de l’œuvre révélée; Vers un nouveau pro- phétisme, essai sur le rôle politique du sacré et la situation de Lucifer dans le monde moderne, de M. Raymond Abellio (Georges Soulès); Les Litanies des XXXIII Tau, Le Secret des Cathédrales, signés par le mystérieux Fulcanelli; Les Trois Totémisations, signé d’un pseudonyme, Lotus de Paîni; Les Etudes Manichéennes et Cathares de M. Déodat Ro- ché10; L’histoire des Albigeois, de Napoléon Peyrat ; certaines pages d’Arcane, d’André Breton; La Pensée et les Secrets du Sâr Péladan, de Ed. Bertholet; Le Serpent de la Genèse, le Problème du Mal, de Stanislas de Guaita; La Psychanalyse du Diable, de R. Dubal […] En un sens, ce qui se rapprocherait le plus de la conception bloyenne quant au Paraclet-Satan, c’est la doctrine théosophique. Dans sa Doctrine Secrète, Mme H. P. Blavatsky, nous explique « que le Grand Agent Magique, – appelé Lumière Astrale par les disciples du Marquis de Saint-Martin, ou Martinistes, Vierge Sidérale et Mysterium Magnum par les Cabalistes et Alchimistes du Moyen-Age et Aether, ou reflet de l’Akâsha, par les Occultistes Orientaux, – n’est autre que ce que l’Eglise (catholique) appelle Lucifer ». Pour la coryphée du théosophisme moderne, «dans l’antiquité, et en réali- té, Lucifer, ou Luciférus, était le nom de l’Entité Angélique qui présidait à la Lumière de la Vérité, comme à la lumière du jour”.

Rivière pinta un grupo muy diferente de una secta satánica. Lo califica de “excentricité parisienne” organizada por «quelques journalistes, écrivains, artistes peintres, gens de théâtre et fantaisistes du Certa» aficionados al esoterismo “pour divertir ses amis”. También comenta que “…certains d’entre eux sont aussi amateurs d’absinthe et de facéties”. En general el tono era antimasónico y burlesco. Muchos de sus miembros eran de tendencia conservadora y tradicionalista, aunque no todos y de ahí la peculiaridad del conjunto. El anillo bafomético era también la llave de acceso a sus reuniones, que se hacían en lugares y momentos diferentes. Rivière comenta con ironía que: “…pour être Parisien dans ces années-là, il faut être chauve, avoir une crâne de Marsien et un anneau de Grand Lunaire”.

Jean Marquès-Rivière aportó más información en su etapa española, donde vivió exiliado bajo el nombre de Jean Roger Riviêre. Trabajó en el CSIC gracias a la intervención del sacerdote José María Albareda Herrera (1902-1966), que le nombró colaborador del Instituto Bernardino de Sahagún. Poco después Rafael Calvo Serer (1916-1988) lo incorporó a la sección francesa del Departamento de Culturas Modernas. En un intercambio epistolar con este último, conservado en Archivo General de la Universidad de Navarra, Archivo Rafael Calvo Serer, 058/119, comenta que el Grand Lunaire era un divertimento inspirado en la farsa antimasónica de Léo Taxil (1854-1907). Fomentaba una especie de dadaísmo iniciático, promovido por varios artistas que formaban parte del grupo, riéndose de las convenciones masónicas, especialmente las rituales. Sus ceremonias entre 1924 y 1931 tomaban una actitud sarcástica, inclinada a la provocación, lo que generó polémicas internas y devino en su disolución. El Tres Haut Lunaire T H L∴ era el Alter ego del Gran Arquitecto del Universo GADU∴, típico símbolo iniciático invocado en las prácticas rituales de la masonería. Como todos los símbolos proporcionaba un marco conceptual, pero su interpretación concreta correspondía a cada miembro de la sociedad. El nombre se inspiraba jocosamente en el Gran Lunar descrito por Herbert George Wells (1866-1946) en su novela Les Prémiers hommes dans la lune (1901). Al igual que este personaje, era un dominador total que dispensaba de pensamiento al resto de “pequeños lunares” propuestos por otras sectas secretas. En definitiva, su representación era puro sarcasmo. Una de sus singulares reuniones se organizó según la estrafalaria puesta en escena de la corte de los selenitas del film Le voyage dans la lune (1902). Se prepararon figurantes con mallas negras y un atrezzo surrealista. Divertía y entretenía a sus participantes. Su primer coordinador fue Alexandre Rouhier (1875-1968). Su mecenas el banquero Lionel Hauser (1868-1958), animado por Elvezia Gazzotti (1862-1953) y Anna de Noailles (1876-1933). Su último organizador fue Jules Boucher, quien intentó darle un tono más serio, lo que provocó la salida de casi todos sus miembros. Algunos de ellos, como Pierre Virion (1899-1988), muy contrariados por el giro del grupo, se encargaron de extender por los cenáculos parisienses las historias recogidas por Guyader, atacando con dureza a Boucher y a sus amigos más cercanos. Rivière se ríe de historias inventadas por cada una de las partes tras la abrupta separación, como que algunos miembros se hicieron exorcizar por el jesuita Joseph de Tonquédec (1868-1962).

Para entender algunas de estas exageraciones es interesante leer una serie de artículos de los periodistas Marcel Nadaud (1887-1943) y Maurice Pelletier (1892-1975), publicados entre el 14 y el 29 de mayo de 1925 en Le Petit Journal bajo el epígrafe de Le Diable en 1925. Les Sorciers Modernes. Allí se les cataloga como una rama de los «Satanistas de Saint-Merri», llamados así por haber tenido su primer punto de encuentro bajo el portal princial de esa iglesia parisiense, en cuya clave se aprecia un «petit diablotin» similar a un bafomet. Esta modestísima figura es el tremendo “…Satan cornu aux oreilles de bouc, aux seins de femme, aux jambes velues croisées sur un crâne” descrito por Guyader como el presidente de sus asambleas.

El diablillo de Saint-Merri

Sin embargo, el Grand Lunaire de Pelletier y Nadaud no es el grupo de Saint-Merri propiamente dicho, sino una “variante” de “prácticas grotescas e inofensivas”. Nos cuentan que se reunían en lugares al aire libre y en época estival, particularmente en los dólmenes del bosque de Meudon. Nadaud explicaba el 28 mai 1925, pp. 1-2: “…connu des initiés sous le nom de Satanisants de Saint-Merri, dont les ramifications sont nombreuses en province et à l’étranger (particulièrement à Bruxelles) tent ses assises dans le IVe arrondissement, en certains lieux secrets et variables, à des dates fixées d’après les phases de la lune, d’eu le nom de Grand Lunaire, qui sert de mot de passe aux initiés. L’année denière, ce groupement a tenu deux réunions aux pleines lunes de mai et de juin, autour du dolmen de la forêt de Meudon, où il fut surpris par des gardes. Eh bien, tous ces satanisants ne se bonent pas à des practiques grotesques et inoffensives…”.

Dolmenes de Meudon

Su información se ajusta mucho a la de Rivière, en el sentido de que sus veladas eran inocentes. Un divertimento hoy incomprensible, pero muy frecuente en una época sin radios, Netfix, HBO, Internet, ni la mayoría de entretenimientos que tenemos hoy. De hecho, las sociedades secretas, y no tan secretas, que abundaron hasta mediados del siglo XX, cumplían esa labor de distracción y de ampliación de las relaciones sociales, que desde 1960 se han cubierto por otras vías totalmente diferentes.

Anuncio en Le Petit Journal del artículo de Pelletier y Nadaud publicado en 15 entregas.

Datos alternativos sobre el Grand Lunaire aparecen en Le Siècle, 16 mai 1925, p. 2: “…Le Petit Journal a confiée à ses collaborateurs Marcel Nadaud et Maurice Pelletier. Dans leurs recherches du Diable en 1925, ils ont en effet recontré nombre de Sorciers modernes: envoûteurs, satanisants, nécromants, voyants incontestablement inspirés. Ils ont entendu le secret des découvertes des anciens alchimistes, qui se confrontent, sans grande infériorité, aux théories scientifiques modernes les plus récentes. Vemos que varios de sus miembros eran aficionados a la alquimia y debatían sobre este tema. Uno de los menos conocidos es el banquero Hauser. Como curiosidad vamos a reproducir aquí la entrevista que le hizo el periodista Henry Bidou (1873-1943), también aficionado al esoterismo:

Le Temps, 7 juillet 1932, p. 3:

AUTOUR DEL’ATHANOR — Avez-vous jamais vu un athanor? me dit M. Lionel- Hauser. Par un dédale de pièces dont les murs étaient garnis de livres, nous atteignîmes un cabinet dont la cheminée supportait le fourneau qui avait servi jadis à des recherches d’alchimie. C’était un cylindre de grès émaillé, d’un ton vaguement rose, coiffé d’une demi-sphère. Il se chargeait, par un orifice enveloppé d’une saillie. Le foyer se trouve au fond du cylindre. Des taches d’un noir velouté ont été laissées par le charbon de bois. Le sommet du cylindre contient un serpentin. Des trous sont ménagés pour introduire le col des cornues et recueillir es produits de la distillation. Des fenêtres pèrmettent de surveiller le feu. Pour comparer l’athanor à ses images anciennes, M. Hauser prend sur un rayon le Miracle naturel ou lé grand mistère des mistères de la nature, par Honoré Marner, ouvrage décoré de médaillons d’or alchimique. Une coupe nous montre un fourneau pareil à celui qui est soüs nos yeux; dans le centre se trouve le récipient fermé qui forme l’œuf philosophique. – Ce nom d’œuf, me dit mon guide, est lié aux doctrines des alchimistes. Ils croyaient que, comme les plantes doivent naissance à des plantes, et les animaux à des animaux, les métaux devaient le jour à une certaine semence, indestructible au feu, qui les engen drait et qu’il fallait découvrir. Dans ce travail de génération, la nature tendait toujours à produire de l’or, qui est le métal le plus pur. Mais l’opération pouvait être contrariée, et elle ne produisait alors que des métaux vils, comme le plomb, le cuivre, l’étain. En débarrassant ceux-ci de leurs impuretés, on retrouvait l’or. C’est là l’ouvrage de la transmutation. Elle est essentiellement une purification.La transmutation, dis-je, ne saurait plus jpasser pour une folie, depuis que les chimis tes décomposent les corps que nous appelions simples. Avec un peu de surprise, je vois que cette assimilation ne fait à mon interlocuteur qu’un plaisir médiocre et mêlé de quelque dédain. « Evidemment », répond-il avec courtoisie. Et il me montre que, si le résultat est le même, le procédé des savants d’aujourd’hui est tout différent de l’œuvre des alchimistes: On réussit maintenant, par des moyens extrêmement puissants, à briser d’atome. Les alchimistes, loin d’usèr d’une contrainte si brutale, cherchaient à imiter l’œuvre de,la nature. Or comment se fait, dans la nature, la purification dé l’or? Par le jeu, de deux sortes d’effluves, les uns émanés du centre de la terre, et agissant de bas en haut, les autres venant des astres, et agissant de haut en bas. C’est ce travail qu’il faut produire dans l’athanor; oir il existe en effet des actions de sens opposé. Et de même que le corps humain est l’image réduite de l’uinivers, il èst lui même une espèce d’athanor. A mesure que là conversation se poursuit, je, vois apparaître un élément spirituel , et mystique qui manque, à peu près complètement au livre que Figuier a écrit, il y a quaitre-vingts ans, sur l’Alchimie et les alchimistes. En lisant Figuier, on à l’impression qu’il s’agit de manipulations assez peu différentes; en somme, de celles qui se pratiquent aujour d’hui. Il semble, au contraire, d’après ce que j’entends, que toute l’œuvre des alchimistes est imprégnée de spiritualité. Voici les Elemonta chemica, de Jean Conrad Berchusen. C’est un livre carré, relié en parchemin et publié à Leyde en 1718. Qu’est-ce qu’on y voit d’abord? L’opérateur à genoux et en prières. Et plus loin, dans un nuage, le nom d’Iahvé. Partout il est dit que l’œuvre est au-dessus des forces humaines, et qu’elle ne peut être accomplie que par le secours de Dieu. C’est un ouvrage mystique. La personne de l’exécu tant, sa pureté et sa foi n’y sont pas indifférentes. Idée peu commune dans les laboratoires, mais qui a sa grandeur, et sans doute sa vérité. Il n’ést pas absurde de penser que nos neveux verront peut-être dans les équations une variable nouvelle, qui sera le calculateur lui-même.— J’imagine, dis-je à M. Hauser, que i’alchimiste soit dans les conditions de pureté requises pour faire l’œuvre de purification. Comment s’y prendra-t-il ? M. Hauser sourit; et me montrant ces immenses bibliothèques où sont renfermés 1.200 traités et 150 manuscrits : « Le secret de la fabrication, est là, me dit-il. Seulement les alchimistes se sont gardés du langage clair. Ils avaient pour cela des motifs de prudence. Rappelez-vous aussi que faire de l’or, c’est refaire l’œuvre a quoi tend la nature. Un tel secret ne doit pas être communiqué au vulgaire. Pour toutes ces raisons, les maîtres écrivent en style obscur. Les noms ne désignent pas ce qu’ils ont coutume de désigner. Tout-est allégorie et symbole. En voici un exemple. » Il prit un recueil de quatre volumes fort ïares, imprimés à Paris en 1741, et qui s’appelle la Bibliothèque des Philosophes chimiques. « Voici, me dit-il, un des textes les plus vénérables de l’alchimie. C’est la Table d’émeraude; formule attribuée à ce souverain fabuleux d’Egypte, dieu autant que roi, nommé Hermes Trismégiste. » Et il lut: « Ce qui est en bas est comme ce qui est en haut, et ce qui est en haut est comme ce qui est en bas, pour faire les miracles d’une seule chose. »« Le texte est beau, répondis-je; c’est là, si je ne me trompe, cette collaboration des forces terrestres intérieures et des forces astrales extérieures produisant ensemble le corps parfait. » M. Hauser, poursuivit : « Et comme toutes les choses ont été et sont venues d’un, par là méditation d’un, ainsi toutes les choses sont nées dé cette chose unique, par adaptation. » Ainsi, l’unité de la matière était affirmée par le dieu, père des philosophes. Le corps premier devait naturellement posséder les quatre qualités primordiales, éparses dans les autres corps, et qu’on appelle d’une façon si impropre: les quatre éléments. En effet, Hermès poursui vait : « Le soleil en est le père, la lune est sa mère; le vent l’a porté dans son ventre, la terre est sà nourrice. » — Mais comment dégager cet élément premier, base de l’univers ? Ici l’oracle devenait obscur : « Tu sépareras la terre du feu, le subtil de l’épais, doucement, avec grande industrie. II-monte de la terre au ciel et, derechef, il descend à terre et il reçoit la foVce des choses supérieures et inférieures. » On voit bien le double jeu d’influences qui se fait dans l’alambic comme dans l’univers. Mais on voudrait; un détail plus précis. Faute de texte, revenons aux images. Je rouvre les Elementa chemica. Une suite dé 78 figures y montre, mais à-travers quel dédale ! les transformations infinies qui se succèdent dans l’athanor. Je reconnais auprès du soleil et de la lune, c’est-à-diré auprès de l’or et de l’ar gent, le soufre et le mercure, qui sont certaine ment des éléments du grand œuvre. Non pas le mercure dès baromètres, ce serait trop simple. Mais le mercure des philosophes, et nul ne sait ,au juste ce qu’il faut enténdre’ par là. Une colombe paraît, puis une étoile, Pendant des pages et des pages d’incompréhensibles merveilles se succèdent dans l’œuf. Voici enfin, le triomphe de l’OEuvre. Dans l’athanor enveloppé de flammes; une figure ailée y tient le philtre. Dans la 78º miniature, les anges en lèvent au ciel une châsse surmontée du nom rayonnant de lahvé, tandis que sur la terré la Mort, armée d’une flèche, frappe un corps vêtu d’une robe de bure, et qui représente les impuretés de là vie. Tel est le symbole final. Quand on a éliminé tout ce qui peut être sé paré et dissous, il reste l’or. La vertu de la pierre philosophale n’est nullement de créer celui-ci. Elle précipite, les impuretés. Celles-ci tombées, le métal pur apparaît. Nous feuilletâmes les Douze clefs de philosophie de frère Bàzile Valentin, parues à Paris en 1659. Je ne connais pas de figures plus étranges : un cercle, contient trois coeûrs achevés en serpents. Sur ce cercle s’élève une sorte de balle ou de sphère,, dans laquelle un oiseau, se tient la tête en bas. Sur cette sphère une figure de femme en équilibre, mais pen chée en avant, est coiffée d’un phénix, tandis qu’une figure d’homme disposée en équerre porte sur les pieds un corbeau, et sur la tête, un aigle. De page en page, je voyais des chi mères, des squelettes, des symboles de toutes sortes, et ces hermaphrodites hicéphales qu’on appelle Rebis. Nous ouvrîmes ensuite les Secrets tirés des manuscrits du sieur abbé de Galifer, décédé à Lyon en 1670. En tête d’une copie manuscrite de l’Atalanta fugiens de Michel Maier, je vis une longue notice én écriture cryptogràphique. « C’est encore une description, des manipulations, mè dit mon guide. Mais, comme à l’ordinaire, la matière première, sur laquelle il-faut opérer, n’est, pas , indiquée. » Et tout-à coup : — Connaissez-vous Nicolas Flamel ? ajouta-t-il. – Comme tout le monde, répondis-je. Je sais qu’il était écrivain public à Paris; vers le milieu du quatorzième siècle. Il avait son échoppe, je crois, sous les piliers de Saint-Jacques-la-Bouchcrie. Il épousa une veuve, une dame Pernellé, plus âgée que lui, et qui n’était pas sans fortune. Mais, je ne sais pas grand’chose dé plus. — Une nuit, poursuivit M. Hauser, Flamel vit un ange, qui lui montra un livre ancien et magnifique, et qui lui dit : «Regarde, ce livre, tü- n’y comprends rien, ni toi ni bien d’autres, mais tu y verras un jour ce que nul n’ÿ saürait voir. » Ayant parlé, l’ange. disparut. Quelle ne fut pas l’émotion de Flamel quand, un,jour de 1357; un inconnu lui vendit le livre que l’ange lui avait montré en rêve ! J’en ‘ ai là un exemplaire, poursuivit M. Hauser. Voulez-vous le voir? Il me montra d’abord un manuscrit du dixhuitième siècle, qui était une copie de de Traité des lavures, dont l’original, de la main de Flamel; est à la Bibliothèque nationale. L’alchimiste y raconte toute, son aventure. Il m’apporta ensuite; et pareillement dans une copie du dix-huitième siècle, le livre, précieux entre tous, que l’ange avait montré à l’alchimiste. En voici le titre : Abraham, Juif, prince, prêtre, lévite, à la nation des Juifs répandue dans toute la Gaule par la colère de DieuJ salut en N. -S. J.-C. . Je restai aussi embarrassé que Nicolas Flamel lui-même, car le livre était rempli de figures symboliques, dont le sens me restait impénétrable. C’est ainsi que je vis représenté un étrange massacre des Innocents, où un sol dat romain recueillait, dans Un vase le sang dès victimes. Sur une cuve remplie de sang, flottaiept le soleil et la .lune, c’est-à-dire l’or et l’argent. Le livre contenait de grandes malédictions, exprimées par le mot Maranatha, contre ceux qui y jetteraient les yeux, s’ils n’étaient sacrificateurs ou scribes. Etant scribe, Flamel lut au troisième feuillet toute la description, en langage clair de l’exécution du grand œuvre. Il n’y manquait que le nom de là matière première‘à employer. Ce suprême mystère devait être expliqué dans les feuillets suivants : mais ils étaient tout en figures, et inintelligibles. Flamel cachait son livre et cependant en mon trait çà et là des images pour se les faire expliquer. Enfin, en 1378, il décida d’aller en pèlerinage à Saint-Jacques de Compostelle. Il resta un an en Espagne sàns recevoir aucune lumière. Enfin, revenant en France, il trouva dans la ville de Leon un marchand de Boulogne, lequel avait pour ami un médecin juif converti au christianisme et nommé maître Canches. En voyant les figures que Flamel portait avec lui, maître Canchés donna de grands signes de joie et expliqua sur-le-champ les emblèmes. Ainsi Flamel touchait au but de ses travaux et Canches retrouvait un livre célèbre, vénéré et perdu. Les deux hommes s’acheminèrent ensemble vers Paris. Malheureusement, à Orléans, le juif mourut. Flamel le fit enterrer à Sainte-Croix. — Ainsi, dis-je, son secret fut perdu ? — Non pas. Il avait expliqué assez de choses à Flamel pour que celui-ci, après trois ans, le lundi 17 janvier 1382, pût faire heureusement la transmutation. Il mourut riche en 1418. A moins que, n’ayant trouvé lé sècret de l’immortalité, il n’ait passé en Asie, où il est peut être encore. Un voyageur, Paul Lucas, entendit parler de lui au dix-septième siècle. Il était alors aux Indes avec dame Pernelle, immortelle comme lui. En 1818, à Paris, un personnage qui se disait Flamel ouvrit, 22, rue de Cléry, un cours d’alchimie, où l’on s’inscrivait moyennant un droit de 300,000 francs. Mais c’était un imposteur. Cependant, je considérais lé livre d’Abraham le Juif, et sa figure mystérieuse. Dans une gloire d’or entourée de nuages, un cavalier couronné fendait un arc en galopant dans les airs. Et sa monture était un animal blanc, à sabots de cheval et à tête, de lion qui crachait du feu. Un second cavalier, coiffé d’un casque, suivait le premieren brandissant un cimeterre et il était monté sur un monstre rouge: Un troisième cavalier, coiffé d’un turban, portait une balance. Enfin, à l’extrême gauche de la mi niature, la gueule d’un dragon vert jetait des flammes. Tandis que cet étrange cortège défilait dans le ciel, on voyait plus bas, dans un paysage terrestre, des corps de femmes, l’un nu, les autres vêtus, tous coupés en morceaux et les membres épars. Anéantissement de l’élément féminin. Tournant les pages, je vis des caducées, des croix sur lesquelles étaient fixés des serpents. Plus loin, dans une grotte, quatre rois accompagnés chacun, d’une étoile. Au dessus de cette grotte, quatre têtes d’esprits, qui semblent être les quatre points cardinaux, soufflent vers un centre commun. Leurs souffles blancs se croisant à angle droit, se réunissent dans un nuage central. Le soleil et la lune cantonnent le tableau; mais le soleil, à gauche, est voilé d’un nuage noir, et le crois sant de la lune, à droite, est taché de sang. Qu’ÿ a-t-il au fond de ces rêveries ? Il y a de longs siècles de pensée. Et si, comme je le crois, la science n’est que l’histoire de la science, il est impossible, d’ignorer cette part immense du travail humain. Une bibliothèque des sciences hermétiques ne serait pas seulement un amusement pour là curiosité. Tant de labeur n’a pas été stérile. A chaque pas que l’on fait sur le chemin difficile, on rencontre des pensées magnifiques, des vues sublimes de l’un et l’autre univers, et des idées qui n’ont pas épuisé leur vertu. Henry Bidou.

Volviendo al artículo de Nadaud y Pelletier sobre el Grand Lunaire, también comenta las prácticas satanizantes de otros grupos, algunas no tan inocuas. En poco tiempo todas las noticias se mezclaron. Así, unos meses después de su publicación, el mismo Henry Bidou a quien acabamos de citar, comentaba en otro artículo de Les Annales politiques et littéraires, 17 janvier 1926, p. 2: “Il y aurait à Paris deux sectes de satanisants: la secte de Charlestown, qui a son temple dans la bandelieue nord, et la secte de Saint-Merry (sic), dans le IVe arrondissement. De nombreux possédés viennent voir l’abbé D…, seul autorisé par l’archevèque de Paris à pratiquer l’exorcisme”. Unos días antes, el periódico Paris-soir, 10 janvier 1926, p. 2, enviaba a uno de sus reporteros a la librería Chacornac para informarse sobre el asunto. El artículo es muy gráfico, porque esperaba encontrarse un lugar lóbrego y poblado por personajes siniestros. Sin embargo nada más lejos de la realidad: “C’est le long du vieux quai Saint Michel, près la rue du Chat-quipèche, que se trouve la librairie Chacornac. d’où l’on peut voir l’église de Notre-Dame que des artisans pleins de foi et «de génie élevèrent à la gloire de Dieu et ornèrent de gargouilles démoniaques. De tous. les points de Paris on de province, lucifériens, ésotériques, sataniques, ventrastistes, martinistes, gnostiques adeptes de la swedenborgia. J’en passe et des meilleurs, viennent se munir dans cette librairie de livres cabalistiques, magiques, ou philosophiques qui traitent de l’au-delà avec une précision et une certitude qu’on n’a pas encore égalées dans le domaine des sciences exactes. Je croyais trouver là dans un antre fumeux, parmi des livres noirs, des hommes au visage sombre et au regard égaré qui me tiendraient des ici cours exaltés. Mon erreur était grande. Le magasin était clair, les clients paisibles et ce fut M. Chacornac lui-même qui me reçut avec une parfaite urbanité. Il me présenta à un docteur qui s’occupe de médecine occulte, à un licencié en philosophie et à une vieille dame au regard étrange qui s’adonne au spiritisme. Ce libraire de la vieille école amora une conversation générale et s’édipsa tout doucettement lorsqu’il nous vit bien en train”. El periodista charló con el librero y tres de sus clientes que estaban en el lugar: un médico, un licenciado en filosofía y una mujer aficionada al espiritismo. Preguntados sobre las prácticas luciferinas, le explicaron que lucifer o el “portador de la luz” no era satán sino “le Paraclet, c’est l’Esprit Saint, de l’Evangile de saint Jean représenté sous la forme d’une colombe”. Al parecer había pequeños grupos defensores de esta concepción filosófica. También le hablaron de auténticas sectas satánicas, y por sus comentarios vemos que dan por verídicas las invenciones de Léo Taxil sobre la existencia de un culto satánico organizado en París, con varias órdenes, una sacerdotisa y «Papa Luciferino» llamada Sophie Walder, así como otros muchos elementos escandalosos: “Eh ! monsieur ! Sait-on jamais ? Et quoique je n’aime pas causer (ici elle jeta un regard alarmé sur les alentours), savez-vous bien qu’il existe, du côté de Saint-Ouen, des adeptes du culte de Satan qui pratiquent la religion luciférienne ? Pendant la célébration de la messe noire, dans une salle éclairée de cierges noirs, on renverse le christ, on lit la messe à l’envers, et l’hostie donnée aux fidèles est noire ! — Cela vous fait sourire, me dit le philosophe. Il existe pourtant une secte : Les Lucifériens, qui a son pape, son Vatican et sa ville sainte : Charleston ! Une de ses prêtresses, Sophia Waider, Sapho comme on l’avait surnommée, servait de pythonisse et ses révélations faisaient foi. Ses terribles pouvoirs viendraient de ce que Lucifer en personne l’aurait désignée pour devenir la trisaïeule de l’Antéchrist. Les Lucifériens y croient dur comme fer. Ici la vieille dame « Sait-on jamais » toucha du bois. — Je sais que ce culte a, possédé deux temples à Paris (il les possède peut-être encore) l’un était rue Rochechouart, non loin du Sacré-Cœur, et l’autre sur la rive gauche, près de l’archevêché”. Pasados algunos años, la bola y la confusión fue creciendo. En La République, 4 décembre 1935, pp. 1 y 4 también se habla sobre las prácticas del Grand Lunaire en el bosque de Meudon a modo de satanismo tenebroso. Entrevistaron a un supuesto antiguo miembro, que se hacía llamar “Apollonius Rumullus”, pero todo lo que comenta se basa en lo dicho por Nadaud y Pelletier, aunque narrado en un tono netamente sensacionalista y atrayente para el público general, en la línea que también seguirá poco después Raoul Guyader.

Respecto a la función de Julien Champagne en el grupo, todo indica que se limitó a diseñar los anillos emblemáticos. El peculiar estilo de tales piezas, a modo de collage surrealista, encaja con la descripción que Rivière aporta sobre la naturaleza de sus reuniones. Prueba del laxo tono normativo del Grand lunaire es que no encontró ningún problema para regalar ejemplares a personas totalmente ajenas al grupo, como René Schwaller, Eugène Canseliet o a su cuñado Gaston Devaux. Esto sería impensable en una sociedad tan radical como la pintada por Guyader, y más aun cuando el anillo en sí daba acceso a sus reuniones. De hecho, no hay niguna evidencia documental del interés de Julien por la magia luciferina o el satanismo. Una prueba manifiesta es el ejemplar anotado por Champagne de los Essais de Sciences Maudites II. Le Serpent de la Genèse. Seconde septaine (Livre II), titulado para más inri La Clef de la Magie Noire. Según consta en su presentación, el libro plantea el modo en el que: «…la Clef de la Magie Noire doit ouvrir aux curieux l’ultime sanctuaire de ce Temple de Satan». Sin embargo, Julien no hace ni el más mínimo comentario, señal o anotación en las abundantísimas páginas sobre magia y satanismo. Todos se concentran en la pequeña seción dedicada específicamente a las transmutaciones alquímicas.

Volviendo al artículo de André Billy de 1946, es interesante porque nos pinta a un Champagne-Fulcanelli en la línea de todos los testimonios tempranos. Un hombre peculiar, obsesionado con la alquimia y el simbolismo hermético de las catedrales, tal y como lo conoció Schwaller en 1913, que llevaba una existencia modesta y consagrada a sus pasiones. Boucher comentaba en su dedicatoria del Manuel de magie pratique (1941) que no le interesaba otra cosa fuera de la alquimia. Su discípulo, Robert Ambelain, oyó decir a sus conocidos que aborrecía los círculos de ocultistas. Esto encaja perfectamente con su falta de interés por el esoterismo institucionalizado en órdenes, sociedades, iglesias o hermandades, como la masonería, los espíritas, los neo-templarios, neo-gnósticos o neo-rosacruces. No hay constancia de que perteneciera a ninguna de ellas, aunque era algo de lo más común entre los esoteristas de su época. Canseliet también reconoce en el prólogo de Deux Logis Alchimiques (1945) que “…on a cru, sans raisons sérieuses et à tort assurément, que cet artiste remarquable avait succombé à des pratiques d’envoûtement”. Según Schwaller de Lubicz, era un hombre talentoso, tanto en ciencias como en arte, pero ensimismado y sin mucha visión de futuro en aspectos fundamentales de su vida privada. Vivía cómodamente gracias a las asignaciones que le entregaba gente importante, a la que había orientado en la práctica de la alquimia. El mismo René le pasaba una cantidad mensual a través de su cuñado y administrador. También nos describe que llamaba la atención por su anticuada vestimenta y su tupido mostacho de aires antiguos, muy del siglo XIX, que contrastaba con los bigotes finos que marcaban la moda en los años 20.

Las teorías sobre la identidad de Fulcanelli son reunidas por Raoul Guyader en L’Occultisme a Paris (1953), dejando muy claro que se trataba sin ninguna duda de Julien. Las informaciones que cita son muy interesantes porque las había recopilado en un trabajo de campo desarrollado fundamentalmente en los años 30. Él lo define como una «…enquête, qui n’a pas manqué de difficultés et de rebondissements imprévus». Gracias a él sabemos que Jean Schemit sólo trató con Champagne y Canseliet para editar los libros, y era el primero quien tomaba las decisiones. También interrogó a la portera de Julien, quien le aseguró que sólo era visitado en su apartamento por Eugène (su ayudante y residente entonces en otra estancia de su mismo edificio), por un librero aficionado a la alquimia (Monsieur Dujols) y por otro joven (su amigo Monsieur Sauvage). También comenta la existencia de alguna teoría peregrina, como la de Rosny aîné, cuyo único fundamento era que alguna vez se le había visto conversando con Eugène en un café parisiense. En el curso de esta investigación, en torno a 1935-1940, el de Sarcelles le dijo a Guyader que su maestro había vivido en Brasil y Argentina después de publicar sus obras, y que finalmente se había instalado en el Sur de Francia. Lo describe como un «un véritable Rose + Croix» guiado por una cierta «Hermandad Blanca» y dotado de «poderes maravillosos» que iba a utilizar para ayudar a la «evolución de la humanidad». Eugène emplea aquí una sorprendente terminología teosófica. Pero lo más llamativo es que conoce los movimientos de su presunto maestro, cuando después siempre argumentó que no supo nada de su residencia entre 1922 y 1952. Tampoco volvió a decir nada de Argentina, ni de Brasil. Es un mero detalle, porque si nos ponemos a recopilar incongruecias o contradicciones en sus declaraciones a lo largo de los años, tendríamos para llenar un tocho en papel biblia. Además, ninguna, pero absolutamente ninguna de las historias que cuenta sobre este supuesto Fulcanelli «made in Canseliet» están confirmadas por terceras personas. Todo, desde su nacimiento en 1839 hasta la transmutación de Sarcelles le tienen a él como único narrador. De hecho, es alucinante para mí comprobar cómo nadie se ha preocupado nunca en verificarlas con otros testigos. Simplemente se han repetido como un mantra. Algunos han intentando encajar alguna coincidencia documental con las fechas que él iba dejando caer, aunque ello no tenga ningún peso probatorio. Por ejemplo, tras su muerte se encontraron en su casa de Savignies algunos billetes y rastros que testimoniaban un viaje a Sevilla a principios de los años 50. Sin embargo, eso no es una prueba de un encuentro en con un tipo de 110 años. Simplemente nos dice que estuvo alguna vez en Sevilla. Lo dejo comentado porque es así, con estas cosas cogidas por los pelos, medias verdades, narraciones truncadas y puras invenciones como se ha ido levantando el castillo de naipes del Fulcanelli ingeniado por Eugène Canseliet.

Recojo aquí por su interés el comentario de L’Occultisme a Paris (1953), p. 71-75: “M. Canseliet est un alchimiste fort savant et fort modeste. Dans les milieux occultistes il est en exceptionnelle estime. Ainsi, M. Claude d’Ygé, qui est considéré comme un Maître par divers hermétistes, a eu lui-même pour « Gourou », comme disent les Théosophes, c’est-à-dire pour Maître très éclairé et très puissant, ce philosophe mystérieux. Mais M. Canseliet est surtout connu dans le monde des occultistes pour avoir préfacé deux ouvrages importants, signés Fulcanelli : Les demeures philosophales et Le Mystère des Cathédrales, malheureusement édités à des prix très élevés. De ces deux livres, le premier, épuisé en librairie, est devenu introuvable. L’auteur dépense là des trésors d’érudition cabalistique et surtout d’ingéniosité dans les déductions analogiques pour montrer comment les secrets des alchimistes médiévaux se trouvent inscrits dans les pierres et les figures de nos églises et de certains de nos hôtels seigneuriaux ou bourgeois. Ces deux ouvrages fort réputés figurent maintenant parmi les livres de base de divers groupements d’alchimistes. Quant à leur auteur, Fulcanelli, il fait l’objet de controverses singulières. — « Fulcanelli, disent les uns, c’est Canseliet, Canseliet lui-même, qui s’est modestement assigné la figuration de simple préfacier ; l’envergure de sa science et l’identité de style qui, dans chacun des deux livres, apparente la préface et le corps de l’ouvrage, établissent qu’il est l’auteur véritable ». M. Paul Le Cour, président du groupe « Atlantis », bien placé, certes, à tout point de vue, pour émettre, dans cet obscur débat, une – opinion autorisée, reconnaît, à son tour, la même conformité de style entré les textes de Fulcanelli et les écrits de Canseliet, — articles de revues et correspondance — et va jusqu’à retrouver cette ressemblance dans les calligraphies , authentifiées du maître et du disciple. Néanmoins, de très pertinentes raisons ont induit ; certains à soutenir que le pseudonyme philosophique à consonance italienne -voilait la personnalité de Pierre Dujols de Valois, érudit et savant helléniste, mort en 1926, sans héritier mâle, et qui eût pu, paraît-il, éventuellement faire valoir ses droits à la couronne de France. D’autres n’hésitent pas à attribuer à M. Rosny aîné la paternité enviable de ces deux traités d’alchimie tradi­ tionnelle. II est de fait que, lors d’un banquet, qui réunissait en 1936, dans un restaurant du boulevard Saint-Germain, une fort nombreuse et brillante société de dilettantes, à l’occasion de la fête du Soleil et de ses feux de la Saint-Jean, jé n’ai pas été peu intrigué par la conversation qu’eurent longuement ensemble le robuste octogénaire, alerte et finement lettré qu’était M. Rosny, et M. Canseliet, humble philosophe à l’allure médiévale, placés l’un en face de l’autre, tandis qu’au dehors un étouffant orage de juin déversait des torrents d’eau, dans le grondement incessant de la foudre. D’autres enfin assurent que Canseliet s’est réellement borné à préfacer les deux traités. Fulcanelli, c’est le pseudonyme littéraire et alchimique de Jean-Julien Champagne, l’illustrateur des ouvrages, qui n’en a signé de son vrai nom que les dessins.« Pas du tout, affirme à son tour M. Canseliet. Je ne suis que le préfacier; Champagne n’est que l’illustrateur, et Fulcanelli est le pseudonyme d’un troisième personnage; que, pour respecter la règle hermétiste du silence je ne dois pas désigner autrement. Ce Fulcanelli vit encore. Il est mandaté par la Fraternité Blanche pour aider à l’évo­lution de l’Humanité. C’est un véritable Rose + Croix. Il est tantôt au Brésil, tantôt en Argentine, errant par le monde à la façon des Rose + Croix de jadis il est actuellement dans le midi de la France. C’est un Maître aux pouvoirs merveilleux ». Et beaucoup d’occultistes partagent cette opinion. Le problème valait bien une enquête. De cette enquête, qui n’a pas manqué de difficultés et de rebondissements imprévus, je conclus que Fulcanelli, c’est Jean-Julien Champagne. Ce Champagne était un homme de petite taille, à lon­ gues moustaches gauloises, féru d’art gothique, dont il soutenait que c’était un style à clé, et que cette clé n’était autre que la vieille argotique ou langue verte. Il professait, dès avant la parution des deux ouvrages, des idées qui s’y 7 retrouvent. Venu habiter, en compagnie de Canseliet, au début de 1925, au 59 de la rue Rochechouart, ils y prirent au sixième étage leurs mansardes respectives. Champagne devait vivre là, jusqu’à sa mort, d’une existence en appa­rence misérable, que démentait péremptoirement la pério­dicité régulière d’une grasse mensualité […] D’ailleurs, l’éditeur des deux ouvrages, M. Jean Schemit, n’a jamais connu de tierce personne dans l’amitié de M. Canseliet et de M. Champagne; et la concierge de la rue Rochechouart n’a jamais vu, parmi les familiers de M. Champagne, que M. Canseliet, M. D. (un libraire, très curieux de sciences alchimiques) et un jeune homme (M. S., qui devait jouer un rôle important dans la société luciférienne). Pas de doute, donc, sur l’identité de Fulcanelli”.

Otro testimonio interesante es el intercambio epistolar en 1948-1949 entre los esoteristas André Bastien (1908-1961) y René Guénon (1886-1951). Al igual que ocurre con el comentario precedente, viene motivado por la publicación de Deux Logis Alchimiques (1945) de Eugène Canseliet. Bastien había escuchado decir a Boucher que Fulcanelli era un seudónimo de Champagne y pregunta a Guénon. Este responde aportando el testimonio de Faugeron, un alquimista amigo suyo y antiguo ayudante de Pierre Dujols. Era un tasador de bibliotecas que trabajaba para librerías y casas de subastas de París. Es conocido por un affaire ocurrido en 1908 y narrado por Paul Chacornac (1884-1964). Resulta que, realizando una sesión de espiritismo junto a Alexandre-Albéric Thomas (socio de Dujols en su librería) y un tal Jean Desjobert (1887-1914), se comunicó con ellos una entidad que se presentaba como “Jacques de Molay”, el célebre gran maestre medieval del Temple, ordenándoles constituir una nueva orden templaria que debía ser dirigida por el propio Guénon. La anécdota nos transmite el tono del grupo en esa época, y fundamentalmente que se conocían todos ellos antes, durante y después de escribirse los libros de Fulcanelli.

Además, Guénon estaba relacionado con otra ramificación de la sociedad Hiéron du val d’Or (ya citada con anterioridad y muy vinculada a Dujols), que generó la revista Regnabit. Revue Universelle du Sacré-Coeur, patrocinada por el cardenal y Arzobispo de París Louis-Ernest Dubois (1856-1929). Era una publicación marcada por el tradicionalismo y el estudio del simbolismo cristiano, puesto como modelo y regla de las demás religiones, donde escribieron hombres como Charbonneau-Lassay. A través de esta publicación se relacionó con ese ambiente de cristianismo social y obrero de los años 20 en París, vinculado a un tradicionalismo liberal donde parecen moverse financieros como el barón Alexis de Sarachaga o Louis Allainguillaume. Es un movimiento conservador, pero variopinto y alejado del nacionalismo “integral” promovido por partidos de ese momento como Action française. En torno a él parecen gravitar René Schwaller, Charbonneau-Lassay, Henri de Régnier, Victor-Émile Michelet, Émile Nourry, un jovencísimo Jean Reyor o el propio Guénon hasta que descubrió el sufismo en los años 30. También Dujols y su grupo de afines, de quienes René había escuchado comentarios sobre Julien Champagne alias Fulcanelli. Faugeron le certificó que “…il est vraisemblable que le nom de Fulcanelli aura été inventé par Champagne”, pero añade que había utilizado una gran cantidad de material procedente del librero para escribir sus dos tratados. De hecho, comenta que Marie-Louise Dujols (1868-1954), viuda de Pierre, habría roto toda relación con Julien a partir de 1926, año de fallecimiento de su marido y de publicación de LMC, muy enfadada por no haberse incluido su nombre en el libro.

Reproducimos de Guénon, Correspondance, tomo II (2017):

Bastien

p. 473: “Paris, 18 septembre 1948 […] Je lis en ce moment des articles de Grasse d’Orcet dans la «Revue Britannique»,  je pense que vous les connaissez, ils sont parus entre 1888 et 1900. Ses explications semblent très ingénieuses, mais que doit-on en retenir ? Son explication des textes ou  des sculptures par la méthode phonétique dans le genre des rébus repose-t-elle sur des  bases sérieuses ? J’aimerais connaître votre avis sur ce point”.

Guenon

p. 474: “Le Caire, 11 octobre 1948 […] Genty et Faugeron m’ont parlé autrefois des articles de Grasset d’Orcet, mais je  n’ai jamais eu l’occasion de les lire; il semble bien, d’après ce qu’ils m’ont dit, qu’il  y ait là dedans des choses très curieuses, mais qu’on ne peut -être pas accepter  entièrement sans réserves, d’autant plus que, au point de vue historique, cela est  évidemment bien difficile à vérifier. Quant au genre d’interprétation dont vous parlez,  il n’est pas purement fantaisiste comme il pourrait en donner l’impression, mais ce  n’est que plus grave, car cela se rattache très certainement à une de ces initiations  déviées auxquelles j’ai fait allusion à différentes reprises. On trouve aussi des choses  de même origine dans un certain nombre d’autres écrits plus ou moins récents, à  commencer par les « Rômes » de Vaillant (le rôle des Bohémiens dans la transmission  de ces choses est d’ailleurs à noter particulièrement), et notamment dans les ouvrages  du sois-disant Fulcanelli. Je me souviens aussi entre autres (et j’y pense en ce  moment parce que vous parlez de sculptures), d’un livre bizarre intitulé «L’Art sacerdotal antique», par un certain Antoine Monnier. Ambelain lui-même a hérité  quelque chose de cela, quoique probablement d’une façon indirecte, et je l’ai  d’ailleurs signalé au sujet de son livre sur les Cathédrales ; et même ce pauvre Paul le Court, qui sûrement ignore tout à fait la nature de ce dont il s’agit, n’est pas  entièrement exempt de cette influence, du fait de ses relations avec feu Dujols ( de qui  provient en réalité tout ce qui a été publié sous le nom de Fulcanelli ) .—A ce propos,  j’ai à peine besoin de vous dire que les prétendus Frères d’Héliopolis sont tout aussi  imaginaires que les Frères d’Orient (mais peut-être cette autre invention sert-elle à  dissimuler quelque chose de plus réel); ce qui est vraiment curieux, c’est la facilité  avec laquelle on se plaît à situer en Egypte toutes sortes de choses inexistantes !.

Bastien

pp. 475-476: “Paris 15 décembre 1948 […] Vous me dites que tout ce qui a été publié sous le nom de Fulcanelli provient de Dujols, je crois connaître par ce que m’en a dit J. Boucher, que Fulcanelli a été réellement Champagne, l’illustrateur des livres de Fulcanelli. Ce Champagne a été le maître de Boucher et lui a dédicacé ses livres en les signant Champagne (je les ai vus) et Boucher possède une photo de la tombe dudit Champagne enterré aux environs de Paris (ma mémoire ne se souviens plus de tous les détails que J. B. m’avait fournis, mais je pense lui redemander à l’occasion d’une rencontre). A ce propos, J.B. avait eu l’intention de tout expliquer: l’origine du pseudo Champagne et la création des soi- disant Frères d’Héliopolis, au moment où est paru un livre de Canseliet sur les Logis Alchimiques. Canseliet essayait de se faire passer pour Fulcanelli en profitant de l’obscurité qui enveloppait le véritable auteur des deux livres (Mystères des Cathédrales et Demeures Philosophales). Depuis Boucher a abandonné toute spéculation alchimique, il se consacre plus particulièrement en ce moment au symbolisme…”.

Guenon:

p. 477: “Le Caire, 12 janvier 1949. Il est vraisemblable que le nom de Fucanelli aura été inventé par Champagne, de même que l’histoire des soi-disant «Frères d’Héliopolis» ; mais cela ne me paraît pas en contradiction avec le fait que les livres qu’il a fait paraître sous cette signature aurait été entièrement rédigés avec la documentation de Dujols; Faugeron, qui fréquentait beaucoup ce dernier, était très affirmatif là-dessus et partageait l’indignation de Madame Dujols à l’égard de ce procédé.— Je n’ai jamais eu beaucoup de renseignements sur ce Canseliet qui est intervenu par la suite dans cette affaire; je crois qu’on m’a dit qu’il habitait Bordeaux, et il doit être ou avoir été en relations avec Paul le Court, car celui-ci a publié autrefois quelque chose de lui dans Atlantis”.

Hay que valorar el desapego de Guénon con la obra de Fulcanelli. Es un tema que ni le va, ni le viene. Recoge el sentir de los esoteristas de su entorno en ese momento. Él considera que las obras firmadas con ese seudónimo no tienen ningún fundamento tradicional y desprecia su método argótico. Respecto a Canseliet, lo desecha tanto como a su promotor Paul Le Cour, a quien llama intencionadamente“le Court”.

El resto de comentarios hasta 1960 van dejando caer progresivamente un velo de misterio, cada vez más tupido.

Claude d’Ygé, a la luz del proyecto de segunda edición de los libros de Fulcanelli, presentó un sencillo artículo titulado Le mystere des cathedrales et l’enigme Fulcanelli en la revista Initiation et Science (1957), donde se pronuncia sobre el tema de la autoría. Su propuesta es muy clara, Fulcanelli sería Pierre Dujols, Canseliet (mencionado como una teoría testimonial) o según una mayoría Julien Champagne: «Pour les uns, Fulcanelli serait le libraire érudit «Pierre Dujols», mort le 19 avril 1926, âgé de 61 ans, auteur d’une curieuse préface, écrite pour la réédition du Mutus Liber, laquelle fut intitulée hypotypose, et signée du pseudonyme de Magophon : la parole du Mage, Magosphone. Dans un article nécrologique paru dans le Voile d’Isis Paul Le Cour écrit que Pierre Dujols n’a publié aucun livre, mais «a toutefois laissé un manuscrit, n’ayant pas jugé à propos de le publier de son vivant… qu’il affirmait avec toute son autorité que la transmutation métallique est possible, qu’elle fut connue de toute antiquité et que c’est SA CONNAISSANCE SEULE qui peut donner le pouvoir à la fois sacerdotal et royal des initiés, leur conférant la connaissance des lois de l’univers matériel et spirituel, ainsi que celle de son histoire passée et future». Pour d’autres, c’est le préfacier lui-même ; pour la majorité des passionnés du MYSTÈRE FULCANELLI, ce serait Julien Champagne, l’illustrateur avoué de l’ouvrage, ami intime de Pierre Dujols, mort en 1930, l’année de la parution des Demeures Philosophales. Quoi qu’il en soit, nous croyons le problème insoluble».

Robert Amadou (1924-2006), formado en la órbita de Paul Le Cour, Robert Ambelain y René Alleau, hizo lo propio en la revista Combat (23 janvier 1958), con un punto de vista más ambiguo. Las teorías que conoce corresponden a Canseliet o Champagne, aunque deja abierta la tesis de una tercera persona “…aujourd’hui vivant ou mort, dont M. Canseliet affirme avoir été l’élève”:

“Le Mystère des Cathédrales.

En 1926 et en 1930, chez un modeste éditeur parisien, parurent deux volumes singuliers, intitulés respectivement Le Mystère des Cathédrales et Les Demeures Philosophales, auxquels les amateurs les mieux instruits, les plus fervents eu les plus curieux, accordèrent l’extraordinaire fortune d’être comparés aux œuvres maîtresses de l’alchimie traditionnelle, sans que ce parallèle tournât jamais à la dépréciation des écrits contemporains. Certes l’auteur avait dissimulé son nom d’état civil sous le pseudonyme « Fulcanelli » et l’énigme de ce pseudonyme, qui n’a pas été résolue, contribua pour une part à susciter l’attention du public épris de merveilleux. Mais l’affaire vaut-elle la passion qu’elle engendra parfois ? Elle relève. à nos yeux, de la petite histoire… Que «Fulcanelli» ait été, comme certains le prétendent, Julien Champagne, l’illustrateur avoué des ouvrages ; que Fulcanelli ait été Eugène Canseliet, le préfacier, ainsi que d’aucuns le soutiennent et que M. Canseliet le nie très vigoureusement; que «Fulcanelli» enfin ait couvert un troisième personnage, aujourd’hui vivant ou mort, dont M. Canseliet affirme avoir été l’élève ; — que la discrétion excitante de «Fulcanelli» procède d’un goût individuel, d’une consigne impérieuse, voire d’une nécessité spirituelle, ou bien qu’elle entretienne une pieuse mystification, telle celle dont Valentin Andreae donna jadis l’exemple en proclamant la Fraternité de la Rose-Croix, il importe assez peu en somme. […] Fulcanelli découvre dans les monuments du moyen-âge, et surtout dans ses plus beaux édifices religieux, la trace ou l’évocation des théories et des pratiques alchimiques. Assurément le premier problème que soulève le Mystère des cathédrales est un problème de méthode. Le second problème soulevé par l’œuvre magistrale qui nous occupe est un problème d’histoire et d’histoire de l’art”.

Un último caso que voy a citar es Serge Hutin (1929-1997), aficionado a la alquimia y al esoterismo en general, que conocía a Canseliet del grupo de escritores que pululaban en torno a revistas de misterios como Tour Saint-Jacques, Atlantis e Initiation et Science. En L’Initiation (1958), hace una reseña muy interesante a la segunda edición de Le Mystère des Cathédrales, donde ya se aprecia la influencia creciente de Eugène en su afán por envolver todo el tema en una niebla de espeso misterio. Aquí Julien Champagne es ya “ce personnage étrange” cuya posibilidad es cada vez más peregrina. Se apuntan identidades clásicas, pero sobre todo se da pávulo a la posibilidad de una misteriosa tercera persona, de la que Eugène sería el “hijo espiritual”. Como curiosidad, recoge la idea de Jacques Bergier (también conocido e influido por Canseliet ya en esos años), que proponía a un “ingénieur à la Compagne du Gaz de Paris durant l’entre-deux guerres”. Esta es la versión que reflejaría en Le Matin des magiciens (1960) y que haría imprevistamente célebre a Fulcanelli.

La reseña completa está en L’Initiation, 32 (2), 1958, pp. 127-128: “FULCANELLI et « Le Mystère des Cathédrales », par Serge HUTIN. L’Omnium littéraire (1) a réédité en 1958, par les soins éclairés de M. Eugène Canseliet « Le Mystère des Cathédrales », le premier des deux ouvrages (2) publiés naguère par un adepte contemporain : Fulcanelli. Fulcanelli est le nom « hermétique » d’un personnage dont l’i- dentité véritable n’a pu encore être percée. Sur la foi de divers témoignages, nous avions longtemps adopté l’identification la plus couramment invoquée : ce mystérieux adepte ne serait autre que le dessinateur Jean-Julien Champagne, auteur des remarquables planches hors-texte qui illustrent les livres. En compagnie de Canseliet, ce personnage étrange était venu habiter, au début de 1925, au 59, de la rue Rochechouart, à Paris ; il est mort en 1932; et sa tombe se trouve au cimetière de Villiers-le- Bel, près de Gonesse (3). Selon certains, Fulcanelli ne serait autre que Canseliet lui-même; le président du groùpe « Atlantis », Paul Le Cour, s’est même efforcé de prouver cette peu probable identification, en montrant qu’il existe une identité de style entre les textes de Fulcanelli et les écrits de celui qui s’est modestement voulu simple « préfacier » du grand alchimiste.  On a pensé aussi que le prestigieux pseudonyme hermétique recouvrait la personnalité d’un libraire parisien érudit, Pierre Dujols de Valois, mort en 1926 à l’âge de 64 ans, et auquel on doit la préface écrite pour une réédition moderne du « Mutus Liber ». D’autres n’ont pas hésité à faire de Rosny Aîné, de l’Académie française, le véritable Fulcanelli. « Il ‘est de fait, remarque M. Geyraud, que, lors d’un banquet qui réunissait en 1936, dans un restaurant du boulevard Saint-Germain, une fort nombreuse et brillante société de dilettantes, à l’occasion de la fête du Soleil et de ses feux de la Saint-Jean, je n’ai pas été un peu intrigué par la conversation qu’eurent longuement ensemble le robuste octogénaire, alerte et finement lettré, qu’était M. philosophe à l’allure médiévale, placés l’un en face de l’autre, tandis qu’au dehors un étouffant orage de juin déversait des torrents d’eau, dans le grondement sant de la foudre (L’occultisme à Paris, p. 73). » Quelques-uns penseraient, au contraire, que Fulcanelli n’était qu’un personnage plus obscur, qui aurait été ingénieur à la Compagne du Gaz de Paris durant l’entre-deux guerres (C’est l’opinion, en particulier,de notre ami, le savant Jacques Bergier.). En fait, même les identifications les mieux fondées apparemment se révèlent très fragiles quand on a soin de les étudier de plus près. M. Eugène Canseliet, le « fils spirituel » de Fulcanelli, n’a jamais voulu révéler la personnalité extérieure’ de son· maître ; et ses propres disciples (M. René Alleau, M. Claude d’Ygé) observent le même silence”.

9. CONCLUSIONES

Podríamos comentar muchos más datos. Por ejemplo, la idea de que Gaston Devaux era el secretario de Fulcanelli, según dice su prologuista en Le feu du soleil. Entretien sur l’alchimie avec Eugène Canseliet (1978). Esta revelación, junto con alguna otra, fue publicada en ese libro sin el consentimiento de Eugène, quien quiso revisar la transcripción del contenido grabado antes de su publicación. Al no permitírselo, arremetió con tremenda dureza contra su entrevistador, Robert Amadou. Tal fue el grado de agresividad que dio lugar a una disculpa pública del editor Pauvert. Hoy sabemos que Devaux estaba casado con la hermana de Julien y los dos eran maestros de profesión. Llevaban el papeleo, así como los temas administrativos del pintor. Afortundamente su familia actual ha conservado documentación de esa época y no hay rastro de una enigmática tercera persona en toda esta historia. Si Devaux hacía labores similares a las de un secretario para alguien era para su cuñado Champagne.

Canseliet también dijo que Fulcanelli le legó un fichero sobre simbolismo, con definiciones y descripciones de multitud de terminos. Tambien comentó en alguna ocasión que fue una de las herramientas utilizadas para componer los dos libros. Preguntado por este documento para conocer la caligrafía y el estilo de Fulcanelli, Canseliet alegó que alguien se lo robó, o que él mismo lo perdió durante un viaje en tren (según las versiones que fue dando con el paso de los años). Nunca más se supo del tema. Tampoco mostró nunca ningún otro documento original de Fulcanelli, cuando se supone que pasó muchos meses haciendo de intermediario entre él y el editor Schemit, enviándole las pruebas de los libros, etc. Nunca mostró, ni hay imágenes de ni una sola carta, tarjeta, o de las supuestas notas alquímicas que le entregó ese misterioso hombre. Todo son palabras e historietas narradas por él. Analizadas con perspectiva, algunas de ellas, sobre todo las relativas a 1916-1932, parecen vivencias que tuvo con Champagne, pero que él cubrió con un halo de mito para inventar a una tercera persona. Ya lo hemos visto cuando identifica a Gaston Devaux como secretario de un Fulcanelli fantástico y sin referencias, y no de un Julien Champagne del que sí tenemos abundante documentación.

Volviendo al tema del fichero sobre simbolismo supuestamente entregado por Fulcanelli a Canseliet, un dato inesperado aparece en la carta de últimas voluntades de Julien, recogida recientemente en el sitio archerjulienchampagne.com. El pintor y alquimista pide a su hermana que dé a Canseliet, a quien llama «ce brave garçon», su fichero personal sobre alquimia: «Tu voudras bien lui faire cadeau de mon fichier, que je lui destine et où il trouvera des documents et des renseignements utiles pour ses travaux».

Instrucciones de Champagne a su hermana dentro de sus últimas voluntades para que, en el caso de fallecimiento, devuelva a Canseliet los libros que le hubiera prestado. También manda que le regale los libros que no quieran ella y su hermano Félix, así como su fichero personal de alquimia.

Eugène nunca aportó este dato. Según el de Sarcelles, el pintor era un mero ilustrador, con una somera afición a superficiales prácticas “espagíricas”. Sería una bomba que Julien fuese el autor de un archivo sobre alquimia o hermetismo con un contenido coincidente con los fulcanelli. Pues… violà! He aquí que muchos años después un tal Raymond Fusilier, amigo y depositario de varias propiedades de Jules Boucher, sacó a la luz la existencia de un Un Dictionnaire Hermétique compilado por Champagne a partir de otro de David de Planis Campy; y también de su fichero sobre Le Symbolisme Alchimique recueilli et mis en ordre par Jean-Julien Champagne.

Las fichas de Champagne todavía no se han publicado, pero su contenido está netamente en la linea de sus dos obras, con toda sus simbología y su exégesis más características. Ponemos aquí como muestra la relativa al rocío.

Ficha de Champagne sobre el rocío como símbolo alquímico

También me parece muy significativo que el brevísimo capítulo añadido por Canseliet a la segunda edición de LMC (1957), esté dedicado a «La Croix Cyclique d’Hendaye«, y que justamente Jules Boucher publicase en 1936 en la pequeña revista Consolation un estudio (desconocido para Eugène) del mismo tipo sobre… ¡La Croix d’Hendaye! El monumento es tan raro y singular que nadie aparte de ellos se molestó antes en analizarlo, ni se percató de su mensaje. La peculiarísima coincidencia entre Boucher y Canseliet los vincula muy estrechamente con los materiales que dejó inconclusos Champagne alias Fulcanelli, y que ambos recibieron.

En definitiva, invito al lector a profundizar en las fuentes anteriores al juego de intereses que la figura de Fulcanelli sufrió desde finales de los años 50 y sobre todo desde la publicación de Le Matin des magiciens (1960). Los datos son abundantes, claros y muy concretos. Siempre van en la misma dirección.

Luego están las fabulaciones de Canseliet y de otros, ya sin testigos vivos, e inventado cosas a diestro y siniestro. Incluso en sus anécdotas más conocidas los errores son espantosos si cotejamos sus comentarios a lo largo de los años. Por ejemplo, la presunta transmutación de Sarcelles unas veces ocurrió en 1921 y otras en 1922. O su viaje a Sevilla, unas veces es en 1951 (entrevista en Le Grand Albert, 1), otras en 1952 o en 1953. Las personas que intentan cuadrar una biografía imaginaria de Fulcanelli con los datos aportados muy tardíamente por Eugène, sin más apoyo que su propia palabra, como que nació en 1839, o que sirvió a las órdenes de Viollet-le-Duc, lo único que hacen es abundar en el disparate.

Un historiador se ciñe a los datos extraidos en su contexto original, y esos son los testimonios que tenemos en torno a 1910-1940, proporcionados por personas que vivieron y escribieron en esa época. Los hemos recogido aquí y señalan siempre a Julien Champagne como Fulcanelli. No podemos dar el mismo valor a testimonios de 1960, 70, 80, 90 o 2000 que remitan a historias pasadas.

Queda por saber el grado de utilización de materiales procedentes de Pierre Dujols en sus dos obras. Si atendemos al testimonio de Schwaller de Lubicz, su relación era muy estrecha desde 1915, lo que da margen suficiente (nada menos que 10 años), para que Julien asimilara sus ideas. De hecho, en la fotografía dedicada en su laboratorio no tiene problema en declararse su «jeune disciple». Como tal, no puede extrañar que siga sus mismos métodos argóticos. También es posible que plagiase ciertos materiales. O tal vez lo más factible es que Dujols se implicase directamente en la elucidación de la imaginería alquímica propuesta por Champagne, de tal forma que buena parte de sus soluciones argóticas fueran un producto común. Esto explicaría el enfado de su viuda al no ver su nombre en LMC. En cualquier caso, no lo sabemos.

Lo que sí que está claro es que Champagne era un personaje brillante en muchos aspectos. La calidad de sus diseños es espléndida. Tenía conocimientos de ingeniería suficientes para sostener a los Lesseps en sus proyectos aeronáuticos. Recordemos que en esa época los aviadores hacían importantes aportes a los diseños de sus aviones. Bertrand le reconoce como un sabio ingeniero. También era capar de tutelar en un laboratorio a químicos e ingenieros químicos de carrera como Boucher, Sauvage o Schwaller . Han quedado pruebas de sus experimentos y de sus notas de trabajo.

Anotaciones de Champagne comparando oro alquímico y natural

También era un hombre bien relacionado, tanto con intelectuales como con mecenas y hombres de negocios, aunque siempre permaneció en un segundo plano. Tampoco le faltaba dinero, aunque llevaba una existencia modesta porque no era dado a ningún tipo de dispendio. Así, por ejemplo, en sus últimas voluntades indica a su hermana que puede encontrar en su casa, en una maleta, 30000 francos en billetes, que era una suma muy importante para la época.

Últimas voluntades de Champagne, revelando dónde guardaba una importante cantidad en dinero efectivo

Evidentemente también tuvo sus puntos oscuros, pero eso es algo que ocurre con la biografía de otros personajes similares. Por ejemplo, por poner un par de casos, Paracelso (acusado de brujo, borracho y pendenciero) o Dom Pernety (quien terminó formado su propia secta iniciática y conjurando al espíritu de la Sainte Parole para intentar elaborar la piedra filosofal). El problema de Champagne es que dejó sus obras bajo un seudónimo ambiguo y en manos de personas sin muchos escrúpulos a la hora de manipular su legado, que se dispersó y termino por quedar enterrado hasta fechas muy recientes.

JOSÉ RODRÍGUEZ GUERRERO

revistaazogue.com

PD:

No he tenido en consideración unos documentos aparecidos hace algunos años, que imputan la autoría de los fulcanelli a Dujols junto a un ingeniero llamado Paul Decoeur (1839-1923). Primero se publicó una carta fechada en 1906, donde supuestamente Dujols propone a Raymond Roussel (1977-1933) participar en la redacción de una obra sobre el simbolismo alquímico de cinco catedrales. El motor de este proyecto sería Decoeur asistido por Dujols. La obra estaría ilustrada con diseños encargados a Julien Champagne. Los problemas de este documento son muchos, pues presenta un estilo de redacción diferente al de Pierre, algunos errores gramaticales inexplicables para un francés nativo y sobre todo que no tiene la letra del librero. Ni siquiera la firma es igual. Además, no es un original, que podríamos verificar analizando el papel y la tinta. El propietario apenas lo ha descrito como una copia, de fecha indeterminada, realizada a partir de una supuesta carta original.

Para intentar solventar alguna de estas cuestiones, sobre todo que la letra sea tan diferente, se publicó con posterioridad otra carta “de Dujols”, esta vez fechada en 1911, donde se dice que la correspondencia del librero era gestionada (se entiende que redactada) por una tal Samuel Lidiakos (1881-ca.1969). Este habría sido un secretario proporcionado por el ya mencionado barón Alexis de Sarachaga.

El problema de todo este asunto es que hay otras colecciones de cartas donde la letra, el estilo y la temática son claramente de Dujols, sin amanuenses que… ¡incluso firman las cartas! Por ejemplo, la librería La Fontaine d’Aréthuse vendió recientemente una colección perfectamente verificable que se describe así: “Réunion de 14 lettres autographes signées rédigées entre le 20 novembre 1921 et le 18 avril 1925, 8 pages in-8 et 36 pages in-4. [Travail d’insectes (dentelle) affectant la partie droite du second feuillet de la première lettre, avec manque de quelques mots des dernières lignes.] Exceptionnel ensemble constituant une sorte d’enseignement dispensé par un Haut Initié à un disciple, Henri Devimes, né en 1875, lequel, parallèlement, retransmet le fruit de ces travaux à un jeune ésotériste talentueux, natif d’Amiens comme lui, Louis Caudron (1901-1967), futur Président de la Société Astronomique de Picardie, plus tard proche de René Guénon avec qui il entretiendra une importante correspondance des années trente à la fin de sa vie. […] Cet ensemble est d’autant plus précieux que Pierre Dujols y invite de nombreux illustres occultistes, tels F.-Ch. Barlet, Fabre d’Olivet, H. P. Blavatsky, Edouard Chauvet, l’abbé Lacuria, Eliphas Lévi, Papus, Saint-Yves d’Alveydre, M. de Belfort de Laroque, Paul Vulliaud, Francis Warrain, Hoëné Wronski, Swedenborg, etc., dont certains firent partie de son cercle relationnel”.

Por otra parte, la vinculación del ingeniero Paul Decoeur con Fulcanelli se fundamenta en algunos datos aportados por Canseliet en una época muy tardía, sin otros testigos, ni nadie más que los confirme. Por ejemplo, que habría nacido en 1839, que habría estudiado en la École polytechnique de París, o que habría participado en la defensa de la capital francesa junto a Viollet-le-Duc. Sin embargo, Decoeur no encaja con otros muchos elementos también aportados únicamente por Canseliet, como la supuesta aprobación del prefacio de LMC en 1925, la retirada de un supuesto tercer libro titulado Finis Gloriae Mundi en 1928, la aprobación de LDP en 1929, ni por supuesto seguir vivo en Sevilla en 1953 pues… Decoeur falleció y fue enterrado en 1923.


[1] Hay documentación en la obra Alchimie de Lesseps, Arqa, 2010.

[2] El vínculo entre todos ellos partía de Alphonse Hubert (1854-1922), padre de Julien Champagne, que trabajó de cochero y hombre de confianza para Charles de Lesseps (1840-1923) desde 1896 hasta su muerte en 1922. Tras la desaparición de estas dos personas las relaciones se distanciaron.

[3] R. AMBELAIN, (1962), “Jean-Julien Champagne, alias Fulcanelli“, en: Les Cahiers de la Tour Saint-Jacques, IX, pp. 181-204. EUGÈNE CANSELIET, (1962), “Réponse a un réquisitoire”, en: Les Cahiers de la Tour Saint-Jacques, IX, pp. 205-211.

[4] Su afición por el argot fulcanelliano se mantuvo en el tiempo, provocando las burlas de autores como Adolphe de Falgairolle (1989-1979). Véase su artículo en L’Intransigeant, 12 janvier 1939, p. 2: “Un Atlante réincarné, noble tête et blanche barbe de prophète, Paul Lecour, révéla le secret de la fève de la galette des rois… et des fous. Fève se dit, en chaldéen, «paw», d’où vient le prénom de Paul. (Vous vous imaginez les déductions faites au profit de l’Apôtre du mê me nom, je veux dire saint Paul). Or les fèves demeurèrent interdites aux grands-prêtres, non comme légumineuses indigestes, mais pour leur symbole. Etymologistes, re voyez votre grec ! Tant pis, je le dévoilerai à mon tour : la fève désigne ésotériquement le signe d’une masculinité dont l’exercice est incompatible avec la décence d’un temple au Dieu des Atlantes, ou à tout autre culte primitif et donc purissime…”.

Autor: José Rodríguez

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